En el inicio del año que
sigue ejerciendo como alcalde accidental Manuel
del Toro González, cuando la ciudad se apresta a la celebración de los
festejos en honor a san Sebastián, cuyo principal atractivo lo compone la
elevación de globos aerostáticos. Han pasado una decena de años y todavía se
mantiene viva la denominación popular de la plaza de san Sebastián, pese a los
esfuerzos propagandísticos de los "leoninos",
según se deduce el programa remitido a la prensa «... se harán en el templo parroquial los cultos religiosos de
costumbre, y terminados estos, se quemarán en la plaza de San Sebastián, hoy de
León y Castillo, varias piezas de fuegos artificiales confeccionados por dos
afamados pirotécnicos». Pese a todo el boato y procesional con el retrato
de Fernando León y Castillo realizado
en 1892, la gente lisa y llana mantiene sus hábitos y costumbres toponímicas.
El pleno del
ayuntamiento lo conformaban además los siguientes concejales: Martín Afonso González, Juan Batista
Henríquez, Mario Benavides Ponce,
Domingo Cabrera Barbosa, Miguel Castellano Lorenzo, Antonio Castellano Pérez,
Demetrio Granado Marrero, Antonio Guerra Navarro, Salvador Hernández González,
Francisco Hernández Marrero, Francisco Pérez Marrero, Pantaleón Quevedo Ferrera
y Juan Andrés Suárez Guerra. En los últimos años de la Regencia las últimas
elecciones municipales se habían celebrado en 1901, que en el caso de Arucas
coincidieron con la reposición por la Audiencia, y a partir de esa fecha eran
nombrados los concejales por el Gobernador Civil, si bien los que estaban
permanecían de forma accidental en sus cargos tras el fallecimiento del
alcalde.
El censo de electores de
compromisarios para la elección de diputados a Cortes, formado por los mayores
contribuyentes, ordenados por la mayor cuota, se inicia con las siguientes
personas: Ramón Mádan Uriondo, Ricardo
Suárez Guerra, José Suárez Suarez, Domingo Guerra Marrero, Manuel Suarez
Rosales, Domingo Suárez Guerra, Manuel Fernando Marrero Ponce, Francisco
Marrero Guerra, Domingo Marrero Guerra, Manuel Rosales Marrero, Cayo Matos
Ponce, José Guerra Navarro, Pablo Santana, Manuel Hernández Pérez, Rafael Ponce
Armas, Manuel Cabrera Marrero, Juan Blanco García, Luís García Guerra, Antonio
Ponce Castellano, Juan Ramos Guerra, Domingo del Toro González, Francisco M.
Rodríguez Rodríguez, Juan Medina González, Antonio Guerra Rodríguez, Segundo
Ponce Martínez, etc.
Resulta interesante conocer
quienes lideraban por su peso económico el censo electoral, presumible "poder
fáctico", pues los compromisarios que resultaron elegidos se convertían en
electores del diputado a Cortes por el distrito de Guía, conforme al sufragio
indirecto, y más aún porque este año se produce una importante escisión en los leoninos del Partido Liberal Canario, desde 1899 dominado por la fracción
denominada "agustinos",
haciendo referencia al antiguo Subgobernador Provincial, después Delegado del
Gobierno en el Distrito Oriental, Agustín
Bravo de Laguna Joven, en este tiempo Vicepresidente de la Junta inspectora
de la sociedad "El Porvenir Agrícola
de las Islas Canarias", que había fracasado en el arrendamiento de los
arbitrios de los Puertos Francos que tantos apoyos económicos recibió en
Arucas, constituida para acceder a la privatización surgida por la Ley de 6 de
marzo de 1900.
Aunque la chispa que
motivó el incendio o escisión lo fuera la fuerte pugna de dos nuevas sociedades
por conseguir la concesión de los arbitrios, uno formada por comerciantes
conocida como "apostólica"
por su puro interés mercantilista, y la otra conocida como "política", que perseguía el control de los Puertos
Francos, más allá del lucro personal por no perder los grandes capitales
invertidos en la sociedad fracasada dándole continuidad, el Partido Liberal Canario ya tenía en este
tiempo tres claras fracciones políticas, debidas al enfrentamiento de Agustín Bravo de Laguna, Francisco Manrique de Lara y Manrique de
Lara, y el doctor Vicente Ruano
Urquía quien ostentaba la presidencia del partido por su prestigio.
En la sociedad "apostólica", cuya
denominación "Asociación provincial
de los gremios de comerciantes, industriales y cosecheros-propietarios de los
Puertos habilitados de las Islas Canarias" nos descubre la amplitud
mercantilista pretendida de quienes participaron en ella para ganar dinero,
directa o indirectamente de la gestión de los arbitrios, aparece como primera figura
política el abogado aruquense Tomás
García Guerra, en estos tiempos Registrador de la Propiedad, en una de sus
habilidosas piruetas que le caracterizaron.
El apoyo de Fernando León y Castillo a la sociedad "política" que también vuelve
a pugnar por los arbitrios, donde desde su poder caciquil ya repartió sus
participaciones, motiva que la fracción de los "franciscanos", así llamada por Francisco Manrique de Lara y Manrique de Lara de los antiguos "monárquicos" conocidos como "bomberos" por su periódico,
se escinda del Partido Liberal Canario
y funde el Partido Local Canario en
el que se integra arrastrando además a sus clientelares Tomás García Guerra y Carlos
Navarro Ruiz, que editarán su medio de difusión "La defensa" y dándose ellos mismos a conocer como los "locales", si bien los "leoninos" les llamarán
peyorativamente los "locos".
Esta escisión debió tener su reflejo en Arucas dado que Rafael Ponce Armas ejercía de administrador de los Manrique, de
donde no dudamos tuvo que nadar a dos aguas para mantener su exquisita relación
con los “leoninos”.
Esta lucha de intereses
económicos, la escisión del partido y la candidatura de Tomás García Guerra a diputado por el distrito de Guía, produjo
muchas ampollas en Arucas, donde se pisan muchos callos por los intereses
contrapuestos. El leonino Diario de Las
Palmas ya lanzó su primera andanada y "aviso
a navegantes" en su edición del 11 de marzo, bajo el titular de "A vuela pluma" que no debió
pasar desapercibida para los individuos del ayuntamiento:
«El periódico que al parecer pasa por órgano del Sr. García
Guerra después de presentar al pais la candidatura de aquél por el distrito
del Norte, le tira unas cuantas chinitas á nuestro ilustre jefe el Sr, León y
Castillo. "Tambaleándose" se titula un artículo. En él dice que la
adjudicación de la renta de puertos francos á la actual arrendataria es la
arbitrariedad más reprabada. Esta es una caricia del periódico defensor de la
candidatura del Sr. García al Sr. León y Castillo, y una muestra de afecto á
los paisanos del propio García Guerra, los propietarios é industriales de Arúcas,
que tantos intereses tienen en la sociedad adjudicataria de nuestras
franquicias.
En otro artículo titulado "Apretando vienen",
dice que la inspección decretada en el expediente de subasta de puertos francos,
es el preliminar de la nulidad del mismo. Y luego de mencionar la multa
impuesta por el Gobernador Civil al Sub-delegado de Medicina, añade: "¿Se
quieren más pruebas de la decadencia de D. Fernando?". ¿Se quieren más
pruebas, decimos nosotros, de la lealtad, y del aprecio del exdiputado canalejista
y de sus defensores al insigne canario?. ¿Que dirán á ésto los electores á
quienes se les dice "que D. Fernando no ha roto sus relaciones políticas
con García Guerra y que deja en libertad á sus amigos para que den sus
sufragios al Registrador de la propiedad"?»
Por su puesto que la decadencia de D. Fernando ha sido un
nuevo triunfo. Para terminar con todos los recursos apostólicos no hay mejor
expediente que una investigación en el de subasta de puertos francos. Es
una manera de despedir con cortesía á los impertinentes peticionarios que unas
veces porque se ha admitido á los extranjeros, otras por que no se ha dado al
Estado un canon superior al mismo que ellos ofrecieron, y siempre porque unos cuantos
no han seguido monopolizando las franquicias, tienen lleno al Ministerio de
Hacienda de papeles que para nada sirven.
El mismo periódico nos da la noticia de que los ingresos de
consumos de este Ayuntamiento cubrirán con exceso el cupo del Tesoro y el
recargo municipal. El periódico que tal cosa dice es el mismo que aseguró hace
días que en la investigación practicada, de orden del señor Delegado de
Hacienda, por el Administrador de este Partido, á la oficina de consumos de
esta ciudad, lo halló todo en orden sin que faltara ningún requisito. Y en
efecto, todo estaba en desorden y sin que existiera ninguno de los documentos pedidos!».
La velada amenaza que
refresca el famoso pleito del Impuesto al Consumo en Arucas, a pocos meses del
fallecimiento del alcalde Pedro Marichal
Álvarez que según dijo tiempo atrás el propio Diario de Las Palmas tan bien gestionó favorablemente su
resolución, vuela como "alma en
pena" buscando venganza sobre aquellos concejales que estén tentados a
escindirse con los "locos",
y de paso que los incluidos en el censo electoral conozcan de las ventajas y
desventajas de la elección de uno u otro compromisario.
El registrador y
diputado a Cortes de las dos últimas legislaturas 1901-1902 y 1902-1903 por el
distrito de Guía, daba la impresión no había calculado bien su poder y el de
los "locales" que ya habían
perdido la adjudicación de los arbitrios de los Puertos Francos, aún
aglutinando en la sociedad muchos gremiales, aunque también predicara la
división de la provincia canaria con capitalidad en Tenerife para la creación
de la provincia de Las Palmas.
El poder del "cantón leonino" de Arucas no
se sustentaba en los concejales electos en el ayuntamiento, que eran
sustituidos en las distintas elecciones si no eran obedientes. Era el poder
fáctico de Francisco Gourié Marrero y
Ramón Mádan Uriondo, que aun estando
distantes personalmente, se sumaban para ejercer en cascada lo más conveniente
a sus intereses o del grupo caciquil al que pertenecían defendiendo sus intereses,
que eran a su vez emulados por el nivel inferior de electores. Ellos elegían
directa o indirectamente al alcalde y concejales, para que atendieran primero
los intereses de quienes les eligen, y después consentirán que atiendan sus
intereses particulares, quedando marginado el interés general. No estaba
permitida ninguna rebelión. Todos debían obediencia ciega al gran cacique Fernando León y Castillo, el único que
podía permitirse rectificar para acoger o expulsar a correligionarios, pues era
él, el gran hacedor, quien repartía las prebendas.
Días después, en su
edición del día 14, vuelve a la carga el Diario
de Las Palmas en primera plana contra Tomás
García Guerra, sin dejar de recordar a los políticos y grandes
contribuyentes de Arucas que conforman el censo electoral, quién es quién:
«Creyendo hacer un favor
al Sr. García Guerra saca á relucir las gestiones de dicho señor en la cuestión
del puerto franco. Nos parece que en este punto ha estado algo indiscreto el
articulista, porque en vísperas de elecciones generales, y presentando el Sr.
García su candidatura por el norte, no conviene refrescar la memoria de los
propietarios é industriales de Arúcas, que si han salvado un capital que daban
por perdido en la antigua sociedad del puerto franco, no lo deben, seguramente,
al Sr. García Guerra que quiso llevar las cosas por otro camino. ¿No Ve el
colega defensor del Sr. Quesada, incensario del Sr, Verdugo, y admirador ahora
del Sr. García, que con su inoportuno recuerdo ha hecho un flaco servicio á su
candidato?
El articulista quiere hablar de soluciones patrióticas,
pero se lo veda el estado de su ánimo. Y, en efecto, el articulo "Era
cierto", revela en sus últimos párrafos un amargo escepticismo. Imitando
el dicho de la zorra hay por ahí quien maldice el caciquismo presentando á los
pueblos como aherrojados á la política, cuando la verdad de lo que pasa es que
los que más truenan se sienten con más alientos de cacique que nadie, y lo que
quieren no es la prosperidad de los pueblos de su devoción sino el Poder para
hacerlo peor que otros. Este es el hecho».
Mientras tanto, las
nuevas plantaciones de plátanos se extienden por las Vegas de Arucas y desde
Trasmontaña a la Costa del Bañadero, destacando algunos cercados más «frondosos y lozanos» favorecidos por la
utilización de la caparrosa triturada
(sulfato de cobre o ferroso, conocidas como azul o verde) por el que «ahorran mucho guano y tienen las plantas
mejores, porque esta sustancia, baratísima por cierto, abona y afloja las tierras.
Algunos labradores tienen este abono como un secreto que no quieren revelar».
No todos en Arucas
estaban pendientes de las luchas políticas o de la caparrosa triturada para su cultivos, y por la cabeza del viejo
alcalde de 1887 Antonio Guerra Rodríguez,
tío de los Suárez Guerra de la
Azucarera del Rosario, quien ya había sufragado la nueva imagen de la virgen
del Carmen a la parroquia cuando se rompió la anterior; en su retiro de la Cruz
de Pineda, no quería despedir su vida sin cubrir una apremiante necesidad que
durante años le embargaba, lejos de la concepción y modelo de las obras pías
del Antiguo Régimen, de la que dio cuenta el Diario de Las Palmas cuando trascendieron las primeras noticias en
abril.
«Entre esta sociedad rica y egoísta y tal desequilibrio
económico, surge brillante una figura simpática, una cabeza pensadora que
medita una idea práctica para acudir en auxilio de los desgraciados. La
fabricación á su costa, de un edificio, dedicado á hospital y escuela de
párbulos, construido según los más modernos adelantos de la higiene; el
hospital será capaz para diez ó doce enfermos y la escuela constituirá un
accesorio que quizás algún dia se convierta en lo más principal de la
fundación. Lo que no quiere su generoso donante, lo que trata de impedir por
todos los medios que están á su alcance es que su hermosa obra pueda llegar á
ser con el tiempo, como tantas otras fundaciones benéficas, una fuente de
irregularidades y filtraciones, en manos de los representantes del poder ó del
Estado, desvirtuando así el fin para
que ha sido creada».
Quien avanzaba la
noticia conocía perfectamente el pensamiento político y social del ex-alcalde,
de sus sinceros comportamientos para con sus jornaleros, educado en esos
sentimientos compartidos por sus hermanos Gregoria
y Manuel Guerra Rodríguez: La primera
era la madre de Catalina, Domingo, Juan
Andrés y Ricardo Suárez Guerra,
quienes trasmitieron a los suyos tal herencia genética como más adelante
veremos. No es para menos el duro escenario de aquella época que nos describe
el desconocido articulista que firma con las iniciales G.B.M.:
(Fedac) |
La iniciativa social por la apremiante necesidad de
construir en Arucas «un hospital y
escuela de párvulos», se constituirá por sí misma en una recurrente meta
que se fijaron voluntariamente las generaciones que le siguieron, a la que se
agregará además el concepto de “asilo”,
desde el pensamiento social de aquellos que abanderaban que las necesidades sociales en Arucas eran inaplazables y debieran
ser prioritarias a cualesquiera otras “faraónicas”
y monumentalistas obras que sólo tienen por objetivo presumir de la “nueva ciudad”, el “ombliguismo” de una minoritaria sociedad clasista que ignorando a
los “invisibles” de siempre llegaron
a creerse el ripio aun escuchado en nuestros días de que “A Arucas solo le ha faltado tener un Papa”.
Celebradas las
elecciones a Cortes cuyo escrutinio se realizó el 26 de abril y del que resultó
ganador el inédito leonino Francisco Gutiérrez Brito, quien había
sido elegido candidato por unanimidad y con el apoyo de los agustinos y de los ruanistas. El recuento de votos en Arucas fue algo particular, pues
el candidato electo alcanzó 969 votos, frente a los 497 de Tomás García Guerra. Curiosamente el candidato perdedor tuvo que
conformarse con haber obtenido el mayor número de votos en las secciones
rurales de la isla de Lanzarote, incluida en el distrito de Guía, si bien las
perdió en Arrecife y San Bartolomé, perdiendo además en todas las secciones del
norte de Gran Canaria. Sus correligionarios franciscanos
concentraron su apoyo a los otros candidatos del Partido Local Canario, abandonando a su suerte a Tomás García Guerra. A pesar de que en
su Arucas natal el contrincante en el recuento le dobló en votos, en porcentaje
el número de votos obtenidos superaba al obtenido en otras secciones
grancanarias, de donde se presume recibió el voto útil de los compromisarios
antiguos patriotas que no tenían
candidato, así como de los perseguidos republicanos,
ambos en oposición a los leoninos. El
cantón leonino empezaba a perder
parte de su dominio electoral, aún a pesar de los pucherazos que se registraron
en las elecciones como era de costumbre.
Detalle del templete o quiosco de la música |
Se mantenía viva la
costumbre de aprovechar la mínima ocasión para enaltecer el alcanzado título de
ciudad «Arúcas, ciudad floreciente,
población agrícola ó industrial que marcha á la cabeza de los pueblos del Archipiélago
canario debe colocarse á la altura que le corresponde y presentarse ante la faz
de los demás tal y como es». Eran tiempos que muchos renovaban las
alineadas fachadas de sus casas con la piedra azul de Arucas, ventanas de
guillotina y balcones con antepechos metálicos, donde los huecos eran rematados
con arcos escarzanos en planta baja y adintelados en planta alta. La nueva
Ciudad había contagiado un virus de "grandes
apariencias", cuando se estaba en el tránsito del monocultivo de la
caña al del plátano, después de baldíos intentos de prosperar también con el
tabaco que no terminó por consolidar. Esta vez no fue como en los tiempos de la
"cochinilla". Muchas
economías domésticas se fueron al traste cuando aparecieron las "anilinas" por el deslumbramiento
personal en relojes, muebles y otros artículos suntuarios, que cuando se
llevaron al prestamista no recuperaron el valor invertido.
Tras la pérdida del
escaño de diputado por los locales,
del Partido Local Canario, así como
la pérdida de la concesión de los arbitrios de los Puertos Francos, inician un
ataque dirigido hacia aquellos que apoyan económicamente a los leoninos, que forman parte del capital
de la sociedad ganadora de la concesión, muy concentrada en Arucas a través del
grupo inversor aruquense liderado por Francisco
Gourié Marrero, pues la gestión de los puertos francos favorece la
exportación de azúcares. Concentran su ataque en solicitar la denuncia de los
convenios fiscales al azúcar con artículos en su periódico La Defensa. Le replica con
elevada preocupación la realiza puntualmente el leonino Diario de Las Palmas en pleno mes de agosto.
«La cuestión del azúcar, juntamente con la de Puertos
francos, la mala sombra de algunos, es ahora su preocupación constante. Ya
hemos expuesto nuestra franca y sincera opinión sobre este asunto que no puede
tratarse á la ligera, y ahora decimos al colega que las adhesiones de ciertos
periódicos "apostólicos" de Santa Cruz de Tenerife á su campaña
azucarera, no tienen valor ninguno, por la razón muy poderosa de que no
produciendo azúcar la isla de Tenerife allí nada les importa que desaparezca
esta industria, todavía importante en Gran Canaria y la Palma.
(...) Además, otros artículos tan necesarios como el azúcar
se hallan aún mas gravados que éste, y no se ha pedido por dichos periódicos la
baja de tarifas. Como no son aquéllos de producción canaria ocurre preguntar
¿daña por ventura el favor y protección que a nuestros artículos se otorgan?
¿Es que lo que principalmente molesta estriva en que la producción del azúcar
tenga su principal desarrollo en la ciudad de Arúcas? ¿Oue ha hecho este pueblo
para que asi sea tratado por los "locos-canarios"? Pregunta el periódico de los dementes porque razón si le produce beneficio á la
Arrendataria de Puertos francos la baja de las tarifas del azúcar no la rebaja.
Y la contestación es para nosotros bien sencilla. Porque aquella sociedad no es
"apostólica", y vive para que á su sombra se desarrollen
armónicamente todos los intereses».
Siempre la línea que
separaba los intereses generales de Arucas se difuminaba entre los intereses
particulares de la fábrica azucarera, cuando sus dos mayores accionistas, los
hermanos Gourié Marrero, sólo contribuyeran en el reparto de los impuestos a
sus bienes raíces en Las Palmas y no en Arucas. Aquí se quedaba tan sólo la
simbólica cuota de contribución por azúcares y alcoholes. El pagar más o menos
impuestos los azúcares por su entrada en Península, podía aumentar o disminuir
el margen de beneficios de la fábrica, a beneficio del accionista. Muchos
agricultores ya estaban optando por plantar plataneras dado el bajo precio que
la fábrica pagaba por la caña aquí cultivada, si bien el nuevo cultivo
demandaba mayor cantidad de agua por su sistema de riego "a manta".
En estos tiempos las
necesidades de agua de abasto también se hacían necesarias en las zonas de la
isla próximas a la capital insular como Arucas, consecuencia del aumento del
tráfico portuario y la fuerte concentración de la población en Las Palmas,
Arucas y Telde, así como en la zona del Monte Lentiscal que la colonia
británica habían convertido en su lugar de residencia en la isla en las
temporadas invernales. Ante las mermas por las antiguas conducciones, el
ayuntamiento de Arucas tomó la decisión de acometer la canalización de las
aguas de la fuente del Norado con
tuberías de hierro para el abasto a la población. Distintos particulares
solicitaron autorización para la captación de aguas en el barranco de
Quintanilla y en el de San Andrés. El primero fue concedido a una comunidad de
propietarios que fue conocida popularmente como El Porrón, surgido en los comentarios que se hacían en la Alameda
de la Capital cuando del agua se hablaba, pues este lugar supuso un hito por su
proximidad al mar «El agua alumbrada
brotó de las entrañas de la roca como fuente de vida, fuente de oro, abundante,
inagotable». En el barranco de San
Andrés, Ramón Mádan Uriondo obtuvo
autorización para perforar en un pozo próximo a las tierras que años atrás
adquirió el abuelo de su mujer.
Pozo El Porrón (Fedac) |
Si bien la agricultura
aruquense se conocía que consumía menos pipas de agua que el valle de La
Orotava, en aquellos tiempos de iniciación del cultivo de las plataneras las
necesidades se hacían más apremiantes y toda la isla ponía como ejemplo de
decisión acertada la construcción de la llamada "Presa del Pinto" por la iniciativa privada, dando cuenta
de la solicitud de autorización al Gobierno Civil para la construcción de la segunda en el mismo cauce:
«El Heredamiento de Arúcas no descansa de concebir y
realizar nuevas empresas es quizás hoy el más rico é importante de los de
Canarias. Ayudados sus elementos por buenos y entusiastas patriotas concibieron
el gran proyecto de la presa de Pinto, depósito inmenso de agua que apagará la
sed de aquellas vegas feracísimas. Hoy los vé realizados. De Enero á Octubre de
este año, han entrado en las arcas de la Heredad de Arúcas 42.OOO duros, importe
de las aguas vendidas, ¿Puede darse resultado más lisonjero? El presidente de
esa Heredad, rica y poderosa, ha pedido autorización para la construcción de
otra gran represa en el mismo barranco de Pinto. El dia que esta obra esté
hecha, la importancia de Arúcas será envidiable. Su agricultura habrá llegado
al mayor apogeo. Con el agua abundante, sus vegas feracísimas producirán oro.
El agua, el agua, el problema de nuestro porvenir está en
el agua. Arranquémosla del seno de la tierra, desgarremos las entrañas de la
roca hasta encontrarla, que ella entonces saltará gozosa á inundar nuestros
campos sedientos como fuente de vida, de oro, abundante, inagotable».
La decisión de esta
fuerte inversión se tomó el mismo año en que se adoptó también otra importante para
construir en un solar de El Mirón la casa de la Heredad, pensando en encargar
tal proyecto al mismo ingeniero de la Armada que había diseñado la reforma de
la plaza de san Juan: el aruquense y heredero Manuel Hernández Pérez. Dos importantes y elevadas inversiones que
daban constancia de los grandes recursos económicos que en esos años disponía
la Heredad desde 1891 presidida por Pedro
Castellano Ponce.
En noviembre se conoce
la decisión del Gobierno Civil de crear un puesto de la guardia civil en
Arucas. Era una necesidad sentida por algunos robos y algún que otro luctuoso
accidente que asustó a la población, si bien fue calificado como accidental por
el juzgado. A los pocos días tuvieron que intervenir cuando se encontró el
cadáver del vecino Rafael Falcón Armas con una profunda herida en el corazón,
flotando en La Charca de la Culebra del barranco de los Granados en avanzado estado
de descomposición. El hecho dio motivos de entretenimiento social, cuando unos
opinaron que estaba enajenado y se había suicidado, aunque no se entendía
porque después se tiró a la charca; y otros que mantenía relaciones con una
mujer casada, y que nunca se sabía cómo acababan estas cosas. Días después su
madre declaraba al juez que su hijo estaba "monomaníaco",
disipando toda duda sobre un presunto crimen pasional.
La fiebre por el oro
líquido se extendió y el hermano del alcalde Domingo del Toro González presentó proyecto pidiendo licencia al gobernador
para «aprovechar las aguas de la
fuentetecilla de "La Raja", y para alumbrar otras entre la punta de
Arucas y puntilla del Paso».
Los vecinos de la Costa
con tanto oro líquido a su alrededor, en Quintanilla y en San Andrés, remozaron
su antigua ermita y decidieron también celebrar festejos a su apóstol san
Andrés emulando las que celebraban los leoninos
en el casco. No dudaron en hacer su feria de ganado, verbena para la que
pidieron al profesor Antonio Herrera que la amenizara con la banda que dirigía,
fuegos artificiales y como actos de divertimentos los antiguos juegos de "sartén y gallo" para premiar
al más diestro de sus vecinos con los ojos vendados. En la misma se significó
interesadamente alguno de los viejos patriotas
de la política local.
El "mosqueo" que tenían los “leoninos” por el que
consideraban escaso triunfo de su candidato a diputado a Cortes en Arucas, no
terminaba de despejar las dudas sobre quienes pudieron otorgar su voto al
registrador Tomás García Guerra, que
distaba del tradicional barrido que solían propinar a la oposición patriota y republicana. Para colmo, el comercio de su segundo teniente alcalde
Pantaleón Quevedo Ferrera había sido
nombrado distribuidor del ron cubano del afamado alambique La Criolla, de la
destilería El Infierno, y esperaban que esta pequeña "competencia desleal" no se convirtiera en un auténtico
infierno en las relaciones con el "mecenas"
Francisco Gourié Marrero.
Ya se había montado otro
tipo de "infierno" en el
que tuvo que intervenir la guardia civil de Arucas el 10 de diciembre, cuando «inmediatamente salieron las fuerzas de la
benemérita para Valleseco, y según informes de éstos, parece que seis
individuos agredieron al administrador de consumos de aquel pueblo y que unas
veinte personas provistas de palos y piedras, recorrieron las calles dando
gritos contra dicho administrador y contra el rematador allí de los consumos. A
las seis y media de ayer habla tranquilidad, pero el Delegado del Gobierno
dispuso que saliera á las cinco de esta mañana para Valleseco el inspector de
policía del distrito con fuerzas del cuerpo de seguridad, y dio instrucciones
al Alcalde de dicho pueblo para reprimir en el acto cualquier desmán que se
intente cometer. La autoridad gubernativa ha dado cuenta de los hechos al
Juzgado del partido». Más preocupación aun cuando se conocía que había reclamación electoral presentada
contra el leonino ex-alcalde de
Valleseco Domingo Cárdenes Suárez,
quien llevaba residiendo en Arucas más de dos años y dio ilegalmente la
alcaldía al concejal Manuel Santana
Domínguez que no se había posicionado del cargo, dejando al descubierto un
famoso pucherazo de los leoninos, que
casualmente fue resuelto y declarado nulo a la semana siguiente de este
incidente por la Comisión Provincial. Dos años había tardado la controlada
Comisión Provincial por los leoninos
en resolver una evidencia.
De forma generalizada llevaban
tiempo calentándose los ánimos de los
vecinos sobre los muy injustos Impuestos al Consumo, más aún cuando en el caso
de Arucas habían sido denunciados por abusos y privilegios en la gestión, y los
políticos locales que no querían verse de nuevo envueltos en estos líos que se
cerraron con silencio y sigilo. Más aún cuando observaban con preocupación que
el "poder fáctico" de la oposición estaba ganando peso electoral. El sultanato del cantón leonino contemplaba con temor perder su hegemonía histórica,
y en ello no solo iba el mantenimiento del gobierno local o la tradicional
pacífica sucesión, importaba además la pérdida de prestigio en el ámbito
insular donde siempre fue el modelo perfecto que como ejemplo se ponía en el
partido leonino.
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