El año se inicia con una
buena noticia relacionada con el ingeniero naval Manuel Hernández Pérez, Vicepresidente de la Junta de Construcción
de la nueva iglesia, quien había obtenido autorización para «que circulen en la isla de Gran Canaria, coches
automóviles de doble velocidad, con motor de vapor, sistema Avebury»,
iniciativa que despertaba las máximas expectativas pues iba a suponer un
acontecimiento histórico que dejaba en el pasado la tracción animal con
charabanes y carros, aprovechando los avances de las locomotoras a vapor para
los vehículos ligeros permitiendo que estos alcanzaran velocidades superiores, y
lo que era más importante aún su fuerza para superar las importantes cuestas de
la isla. En este año ya se habían hecho famosos los automóviles Serpollet de 12
y 15 caballos de vapor que habían alcanzado el record de velocidad de 121
kilómetros hora.
El 23 de febrero, en la
calle de san Juan número 32, nacía el tercer cronista de la Ciudad Juan Zamora
Sánchez, fuente bibliográfica también utilizada por el autor de estos Anales.
Los adelantos llegaban cuando Arucas
crecía hacia el poniente por la compra-venta de solares en la finca de El
Mirón que iban definiendo la alineación sur de la entonces calle Real, que tuvo su impulso definitivo
cuando el 24 de febrero la Heredad de Aguas acordó comprar un solar para
la construcción de su sede junto al inicio del Camino de El Cerrillo.
La ralentización de las
obras del Nuevo Teatro debido al accidente ocurrido en las obras, no supuso
quebranto cultural para una parte de la sociedad aruquense que compartía las veladas con la fuerte afición a las riñas de gallos, donde se organizaban grandes apuestas, y así
el domingo 3 de marzo se inauguraba la temporada en el Teatro Circo «Ayer se inauguró en Arúcas el Circo de
gallos verificandose las peleas entre los partidos de dicha ciudad y el de Galdar-Guia.
La victoria fué de Galdar por tres de ventaja. Hubo mucha animación y se
casaron muchas apuestas». Al domingo siguiente el interés despertado rompió
todas las previsiones «En Arúcas se
celebró la segunda pelea de la temporada entre el partido de esta ciudad y el
de Gáldar. Fué tanta la concurrencia que tuvo que suspenderse la venta de
entradas. Como en las peleas del domingo anterior quedó vencedor el partido de Gáldar».
Donde aparentemente no
trascendían las “riñas” era en el
ayuntamiento presidido por el alcalde Domingo
Barbosa Quesada, donde se seguía sin cambios con los mismos concejales: Antonio Castellano Pérez, Sinforoso Ferrera
Batista, Vicente González Suarez, Demetrio Granado Marrero, Norberto Henríquez
Hernández, Cipriano Hernández Armas, Juan Marrero Marrero, Juan M. Martin
Rodríguez, Carlos Medina Batista, Gumersindo Quevedo Martin, Antonio Quintana
Medina, José Suarez Suarez y Rafael Mª Suarez Suarez.
Entre los mayores
contribuyentes, los primeros puestos por mayor base impositiva experimentaban
cambios importantes con la pujanza de la gran familia de Cruz de Pineda que
copaba tres de los cinco primeros lugares: Ramón
Mádan Uriondo, Ricardo Suarez Guerra, Manuel del Toro González, Domingo Suárez
Guerra y Juan Andrés Suarez Guerra, además
de la integración de sus negocios de exportación en la Frutera Hespérides que dirigía el cuñado del primero José Suárez Suárez.
Francisco Ponce Martínez |
Las dificultades
económicas para su sostenimiento obligaron al cierre en abril del Círculo Republicano, hecho que fue
celebrado por los leoninos, si bien
los jóvenes republicanos seguían activos y reuniéndose donde podían de forma
ocasional.
El 17 de mayo iba a
tener lugar un interesante acontecimiento en Arucas cuando el gobernador civil
había autorizado la realización de pruebas oficiales de esos revolucionarios “loco móviles” de vapor destinados al
transporte de carga entre la costa norte y el puerto de La Luz. A las ocho de
la mañana salían «del puerto con
dirección á Arúcas, dichas máquinas por la Carretera que del puerto conduce á
Tamaraceite y llegarán á la expresada ciudad entre doce y doce y media. Durante
el trayecto se irán haciendo pruebas. El Gobernador civil ha designado al
ingeniero de Obras Públicas D. Orencio Hernández como perito para que presencie
las pruebas y levante el acta correspondiente. La empresa obsequiará con un
almuerzo en Arúcas á las personas que han sido invitadas para
dichas pruebas. Los loco-móviles, de resultar satisfactorias las pruebas,
comenzarán á prestar servicios inmediatamente».
Nada más y nada menos
que algo más de cuatro horas separaban Arucas del puerto de la Luz, si los
llamados popularmente “loco móviles”
superaban las difíciles cuestas que se iniciaban en el puente de Tenoya y
fueran capaces de circular sobre una polvorienta carretera de tosca blanca
machacada. Una auténtica proeza que superaban los carros tirados por bestias y
que en la práctica tuvo muchos problemas entonces para los vehículos de vapor.
En el mes de junio poco
antes de las fiestas patronales de san Juan, los vecinos del barrio del
Cerrillo quisieron ser culturalmente singulares e independientes de El Liceo de los leoninos, puesto que ya había desaparecido El Casino de los históricos disidentes, y pedían autorización al gobernador civil
para la aprobación de un reglamento para
constituir una sociedad de instrucción y recreo bajo la denominación de “La Tertulia”.
Venía a suponer un
acontecimiento novedoso en Arucas, y más concretamente al tratarse de un barrio
que por extensión acogía también a los vecinos de la Goleta, y lo hacían «por los beneficios que reporta á sus numerosos
vecinos, se deben al entusiasta propietario del mismo D. Pedro Castellano
Lorenzo, al que ha guiado el mejor propósito en bien de la cultura, proporcionándoles
los necesarios elementos para su progreso y expansión».
La junta directiva de La Tertulia estaba formada por los
siguientes elegidos: presidente Pedro
Castellano Lorenzo, vicepresidente Luis
Pérez Marrero, tesorero, Silverio
Lázaro Pérez, secretarios Manuel
Cabrera Blanco y Juan Matos Ramos,
bibliotecario Gregorio Guerra Díaz y
vocales Juan Morales González, Bruno
Lorenzo Lorenzo, Sebastián Amador y
Valentín Lorenzo Lorenzo.
El 28 de junio, dos días
antes de expirar el plazo final del concurso para el nuevo templo parroquial,
se celebraba la quinta reunión de la Junta de Construcción. En la misma no
estaba presente el Vicepresidente Manuel Hernández Pérez, y ya resulta sorprendente
pues el objeto de la sesión «es el tratar de los requisitos y formalidades que
han de llevarse con motivo de estar próximo a expirar el plazo concedido para
la presentación de planos que deban entrar en el concurso convocado», más aún
cuando Manuel Hernández Pérez presidía la Comisión del Concurso de Proyectos. En el
acta de dicha reunión no se excusa su inasistencia y tampoco se dice nada sobre
el particular. Como se pretendía que la Junta se reuniera en la siguiente sesión
en Las Palmas, cuestión a la que los vocales dieron su parecer contrario por «diferentes razonamientos expuestos”
pero no incluidos en el acta, se acordó comisionar al presidente Francisco
Gourié Marrero para que requiriera a un notario en su casa para dar fe de los
planos presentados.
Francisco Gourié Marrero
al tener noticias de que Manuel Hernández Pérez había manifestado a algún
tercero su deseo de presentar la dimisión, pidió al Tesorero de la Junta de
Construcción y amigo del ingeniero naval Blas Rosales Batista que intentara
convencerle para que no dimitiera.
El ingeniero Manuel Hernández dirigió la reforma de los torpederos Rayo, Ariete y Azor, así como la cañonera Nueva España. |
El 7 de julio Blas
Rosales remitió a Manuel Hernández Pérez una carta intentando convencerle, de
la que destacamos aquellos párrafos que nos permiten aproximarnos a los posibles
motivos que podía tener el ingeniero naval para dimitir.
Dice en primer lugar y
en relación con el día que expiró el plazo del Concurso, que «Gourié me dijo que tu no habías estado por
la casa para haber cambiado impresiones sobre el particular», de donde nos descubre
que el problema es entre ambos. A continuación dice a través de quien le llega
la noticia de su decisión de dimitir «…
el amigo Norberto Henríquez hablando la semana pasada (…) de una conversación
que habías tenido con él, entre otras cosas que ibas a presentar la renuncia del
cargo de la Junta …».
Más adelante vierte
algunos pensamientos propios que infieren las causas que ha podido apuntarle Norberto Henríquez, cuando escribe «Yo soy franco en el asunto del proyecto del
nuevo templo no obro por insinuación de nadie», pensamiento que confirma después
de decir «Por si acaso cualquiera se
llegue a creer que el empeño que demuestro en las nueva iglesia es por secundar
los deseos de cualquier individuo (…) el móvil que me guía es el deber que como
hijo agradecido tengo para con Dios y la
Santísima Virgen del Rosario …». Todo
parece indicarnos que Manuel Hernández Pérez
hizo una velada acusación para el común de los miembros de la Junta de
Construcción de actuar por servilismo hacia el presidente Francisco Gourié Marrero,
que él no quiere secundar.
Por último en su carta Blas Rosales llega al extremo de
ofrecerse al ingeniero naval para
trasladar sus consejos técnicos, apuntando que «… puedes hacerlo sin tener rozamientos con nadie, pues con manifestar
particularmente a un amigo de confianza tu opinión cuando se necesite, para que
este lo haga presente cuando llegue el caso, creo que esto no le traerá
disgusto con nadie…».
Cinco días después se
reunió de nuevo la Junta de Construcción a la que asistió Manuel Hernández Pérez,
en la que se comisionó al mismo y a Francisco Gourié Marrero para que
designaran el jurado que dictaminara sobre los proyectos, acuerdo que habría de
entenderse como paritario entre las partes en conflicto.
Había comenzado a nacer
la necesidad del asociacionismo para la cultura y también para la agricultura. La
deslumbrante oferta de los “yanquis”
para la compra del plátano canario, de alguna manera dejó al descubierto que
era un intento de “dumping” que los
mismos intentaban para acaparar el mercado europeo. Tuvo el efecto contrario
dado que de alguna forma despertaba en los cosecheros de Arucas la necesidad de
sindicar la exportación para establecer precios de referencia y negociar con consignatarias
y distribuidores en destino. El 25 de agosto se celebró en Arucas una reunión
que pudiera ser considerada el embrión de donde luego surgiría el llamado “Sindicato del Norte”.
«En el día da ayer hubo en el pueblo de Arúcas una
importante reunión de agricultores y exportadores de frutos con objeto de
nombrar una comisión que gestionase cerca de las casas consignatarias, la
rebaja de los fletes, sobre los frutos que se envían á las plazas de
Inglaterra. Después de hablar varias personas sobre el asunto, se nombró a una comisión
para recabar de las casas lo que se proponen. Dicha comisión la componen los Sres.
siguientes: D. Juan Ferrera, D. Rafael María Suárez, D. Sixto Henríquez y don Sixto
Hernández».
Esta necesidad de aunar
voluntades y sindicarse por parte de los cosecheros no lo era en exclusivo para
la incipiente exportación del plátano, pues también se dio en este año con los
pocos que todavía seguían recolectando la cochinilla.
«En Junio del año último casi formaron un trust gran parte
de los cosecheros de Arúcas, para la exportación de cochinilla al extranjero,
por su cuenta, con el fin de evitar la adulteración de la cochinilla con arena,
principal causa de alguna disminución en el consumo lo cual mata al comercio
honrado que trafica en cochinilla. Desgraciadamente la desunión é indiferencia
de nuestros cosecheros, permitió que los exportadores, elevando los precios á
los convenidos por el trust, y éste quedó disuelto.
La adulteración puede decirse ha aumentado notablemente con
la última competencia en la venta. Basta decir que hemos visto embarcar con
destino á Marsella lotes de medios sacos conteniendo cada uno hasta 380
libras de peso, y ¿cual es su explicación? De cochinilla limpia apenas se podrá
poner á cada saco completamente lleno, de 180 á 200 libras».
Manteando cochinilla (Fedac) |
Estaba naciendo la
necesidad de la asociación entre los distintos pequeños exportadores para
sindicar sus envíos al extranjero, consecuencia del propio pequeño tamaño de
muchos cultivadores de una parte y por la propia dependencia de las fuertes
consignatarias marítimas que establecían unilateralmente los precios a los
fletes de otra.
También los recolectores
de cochinilla que todavía se mantenían a pesar del bajo precio que se pagaba
tras la aparición de las anilinas, sufrían por los fletes y por la progresiva presencia
de la intermediación, que en el caso de la cochinilla aparecieron las casas de
los Estrines y la Compañía de Marsella, nuevos en el negocio, quienes
obtuvieron consignaciones con la antigua casa Fils de Girand Freres, destinatarios finales del producto.
Aunque la recolección de
la cochinilla en estos tiempos se mantenía de forma residual en Arucas y Guía, ya
no era lo que fue en los años ochenta del pasado siglo, la pasividad de la Cámara Agraria de Gran Canaria ante la
conocida adulteración añadiendo arena les obligaba a pedir de forma asociada el
amparo de las autoridades pues podría determinar su remate final después de
estar soportando la dura competencia de las anilinas.
En el año anterior las
exportaciones de cochinilla de las islas habían sido de un total de 4.857
sacos: 2.130 a Marsella, 1.092 a Liverpool, 1.035 a Londres y 600 a Hamburgo, con un precio
de referencia de 4’25 francos/kilo en Marsella, concentrando Arucas la mayor
cantidad exportada, por lo que adoptó la iniciativa de hacerlo directamente por
el trust formado en Arucas para garantizar que no estaba adulterada y evitar a
los intermediarios.
Ambos sectores venían
demandando la ayuda de los políticos locales y, más importante aún, una
solución al transporte de la fruta o de los productos hasta el puerto de la
Luz, con la esperanza puesta en el proyectado tranvía del norte, y si no se
lograba, en el arreglo de la carretera que en el estado que entonces se
encontraba hacía incluso difícil que los “loco
móviles” resistieran.
Era tanto el clamor por
la carretera que al mes siguiente se comentaba en la prensa de la capital
insular que «tres capitalistas de esta
ciudad intentan crear una sociedad mercantil para explotar la circulación de
ómnibus automóviles, primero entre esta ciudad y el puerto de la Luz, como
ensayo, que si da buen resultado extenderían luego con igual servicio, hasta el
Monte y hasta la ciudad de Arúcas, conforme se proponía en uno de los varios
artículos que venimos publicando sobre el tourismo. Celebramos que se decidan y
prospere la empresa, dando muestras de la actividad ó inteligencia de los
capitales españoles, en asunto que hasta ahora viene explotando únicamente por
el extranjero».
Se trataba de algo así
como los viejos charabanes tirados
por caballo, de diez pasajeros, después llamados omnibuses en este caso movidos por caldera de vapor. Desde que seis
años atrás los vecinos de Arucas habían visto pasar con sorpresa aquel extraño
vehículo francés de tres ruedas que circulaba con una caldera que elevaba la
presión con leña, que había traído José Clarís, ingeniero de la fábrica
azucarera de san Pedro, no terminaban de creerse que algo del tamaño de un charabán fuera capaz de llegar a Arucas
por las cuestas de san Francisco Javier.
En el mes de octubre,
cuando se inicia el curso escolar, en Arucas se abrió «una suscripción pública que alcanza ya á 7.250 pesetas para establecer
un colegio de primera enseñanza á cargo de los Hermanos Maristas de la doctrina
cristiana» gestándose así la primera iniciativa para la creación de un
colegio para niños que completara la iniciativa de Sor Cándida Suárez Suárez, quien en su colegio además de cultura
general para las niñas, incluía la enseñanza de “sus Labores” para aprender a bordar y coser.
Hermanos de La Salle en Arucas (Fedac) |
La presidía Constanso Fuentes González, vocal
designado por la Junta Local de Reformas de la ciudad; vicepresidente primero, Carlos
Medina Batista que obtuvo el mayor número de votos en la corporación
municipal; y de vocales Rafael Ponce
Armas, en su condición de Oficial del ejército retirado, siendo su suplente
Miguel Pérez Pérez, ex Juez municipal
por rigurosa antigüedad; Miguel Grau
Bassas Mas y Fermín Castellano Ramos,
mayores contribuyentes por contribución industrial con voto para compromisarios
en elección de Senadores, y suplentes de éstos José Mejías Fernández y Francisco
Blanco Falcón; Manuel del Toro
González y Domingo Ortiz Marrero,
mayores contribuyentes por territorial con voto para compromisarios en elección
de Senadores, y suplentes de éstos Miguel
Castellano Lorenzo y Salvador
Hernández González. Entre los vocales propietarios se eligió por votación
como vicepresidente segundo a Manuel del
Toro González. Las funciones de Secretario correspondían al Secretario del
Juzgado Municipal Domingo Martín
Rodríguez. Los leoninos
comenzaban la nueva norma electoral controlando totalmente la Junta Local.
El ayuntamiento ya había
sustituido la jubilación de su secretario con el nombramiento de Pedro González Suárez, Licenciado en Derecho civil y canónico.
El 18 de noviembre se
celebró la séptima reunión de la Junta de Construcción a la que asistió el
ingeniero naval dado que se informaba del fallo del Tribunal que había
estudiado los proyectos, formado en Santa Cruz de Tenerife, que desestimó los
dos presentados, recogiendo el acta cierto aparente espíritu conciliador cuando
se dice «… el señor Presidente manifestó
de acuerdo con don Manuel Hernández y cumpliendo lo que se les encargó como
comisionados por esta Junta …», que iba a ser una premonición de la
despedida del ingeniero naval después de haber opinado técnicamente, dado que
en la siguiente reunión celebrada en el siguiente año dejaba de asistir y
enviaba distintas cartas como más adelante veremos.
El año terminaba con la
noticia que el 22 de diciembre Francisco Santomé Andrade había presentado ante
el ministerio de Fomento la solicitud de la concesión del “Ferrocarril de Gran
Canaria”, para las líneas que partiendo del Puerto de La Luz, llegara a
Tamaraceite con ramales a Arúcas, Bañaderos, Puerto de Sardina y Telde, y paralelamente
el mismo día una proposición de ley ante las Cortes.
Francisco Santomé Andrade era
muy respetado en Las Cortes, pues cinco años atrás gestionó la liberación de
Sabino Arana y un año después (1903) había fundado el diario "El Pueblo Vasco",
en colaboración con Ramiro de Maeztu, Azorín, Pío Baroja y Engracio Aranzadi,
escritores todos muy influyentes. Esta doble condición de político y editor
periodístico, potenciaba sustancialmente su estrategia empresarial para obtener
una ventaja posicional al poner de su parte a los medios de comunicación de
entonces.
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