La elección de un siglo, bien entendido como un período de 100 años que
se corresponde con una centuria de la historia de Arucas que se inicia en el
año 1833 y termina en el año 1932, distinto por consiguiente de los siglos que universalmente
distingue la historia que comienzan en el año 1 y terminan en el año 100, extendiéndose
por tanto en dos tercios del s. XIX y un tercio del s. XX, no obedece a un
capricho del autor.
El inicio de esta centuria de años coincide con el
establecimiento de la organización provincial del Estado, superando los antiguos
ayuntamientos, marcado por la regencia de María Cristina de Borbón-Dos Sicilias
al fallecimiento de Fernando VII el 29 septiembre, que con los apoyos de los liberales durante la minoría de edad de
su hija Isabel II, se distinguirá por una voluntad modernizadora del Estado que
a partir de ese tiempo irá consolidando los distintos procesos desamortizadores
iniciados muchos años atrás, acelerándose progresivamente el tránsito desde el Antiguo Régimen de la propiedad al que
la sociedad estamental se oponía con firmeza.
Luis Morote (Fedac) |
Pero esta oposición en las ideas y maneras en el
gobierno municipal no lo fue exclusivamente en el primer tercio del s. XX, pues
se fueron gestando desde el segundo tercio del s. XIX. Los enfrentamientos no
se limitaron exclusivamente a la competencia política, ni obedecían a la distinta
clase social en la que se encuadraban. Nacieron desde la olvidada localización
de sus pagos de vecindad al noroeste de la jurisdicción municipal; de su
negativa a ser dominados e ignorados en sus iniciativas agrícolas e industriales;
de las continuas persecuciones de las que fueron objeto; de la forma de
entender el bien de la municipalidad, en particular priorizando el interés de
los pobres invisibles sobre el interés particular o monumental. A sus antepasados
y su tesón se debe el crecimiento del tejido urbano de Arucas, tal cual como lo
conocemos hoy. Y algunas buenas iniciativas humanas se quedaron en el camino,
porque las circunstancias de cada momento político y económico las hacían difíciles.
Bueno es que las conozcamos a través de estos Anales.
En la redacción de sus textos, cuando
reproducimos los de cada tiempo respetamos la gramática y vocabulario de
entonces, textos extraídos de la abundante bibliografía y fondos documentales
consultados sin incluir la acostumbrada “nota
al pie”, alejándonos en cierta manera del rigor historicista para que su
lectura sea amena. Igualmente, en la mención de los apellidos de las personas
prescindimos de preposiciones que les preceden y de las conjunciones copulativas
que les unen de antigua usanza, trasponiendo así los hábitos sociales de hoy. Incluimos
entre los textos, bloques singulares que se distinguen con distinta fuente
tipográfica y color, necesarios para entender el contexto estatal, provincial o
insular en el que suceden, o una reseña de los cambios normativos operados. Todo
ello con la finalidad de que la micro-historia de Arucas sea entendida dentro
de esos contextos, pues sin ellos posiblemente no nos explicaríamos lo
suficiente para ser entendidos.
Antes del inicio de los Anales, con las limitaciones que de los más antiguos tenemos por
las escasas noticias escritas al optar preferiblemente por la fuente documental
de los periódicos de la época, de mayor amplitud que una rigurosa acta
municipal que recoge un extracto de acuerdos sin detalle de los debates y circunstancias, iniciamos la
descripción del precedente escenario aruquense en tres apartados: 1. Del Antiguo al Nuevo Régimen; 2. Los
estamentos en el lugar de Arucas; y 3. Compromisos de sangre: tierras y aguas.
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