En este año es nuevamente la alcaldía de Antonio J. Ponce Ponce, que asume
también la presidencia de la Heredad en la que su hermano Luis Ponce Ponce comienza a ejercer como Secretario. Gregorio Domingo Barbosa y Antonio
J. Ponce Ponce alcanzaron tal dominio en el arte electoral a partir de la
concentración en sus personas de la Alcaldía del Ayuntamiento y de la
Presidencia de la Heredad, que produjo cierto hastío entre los Regidores que
dejaron de acudir a las sesiones del ayuntamiento por la ausencia de debates
dado que todo estaba pactado previamente, si bien el alcalde estableció una
multa de veinte reales para el Regidor que no asistiera a las sesiones.
Los aparentes conflictos
que empiezan a surgir por los robos de aguas que se producen en las acequias de
la Heredad, así como por los desvíos en los quebraderos de forma interesada, dan
pie al acuerdo de febrero por el que fue creado el cargo de Celador de Acequias,
con las competencias de policía de aguas que correspondían al desaparecido cargo
de Alcalde de Aguas y «pagado con cargo
al Secuestro, y para él fue designado D. Francisco Antonio González con el
haber de ¡cuarenta pesos anuales! (unos treinta duros al año). Como funciones
se le determinaron la vigilancia de las acequias, el descubrimiento de los
robos de aguas, la jefatura de los acequieros», quien fuera con anterioridad Alcalde de Aguas en representación de Firgas . Los interesados más
beneficiados por la medida habría que buscarlos entre aquellos herederos que
poseían más aguas de las que necesitaban sus tierras y dedicaban sus excedentes
a su venta a aquellos que sí las demandaban o que no tenían la condición de
herederos. Los pequeños robos eran en realidad las históricas discusiones sobre
la titularidad de las aguas corrientes y los derechos forales argumentados por
los vecinos colindantes al paso de las aguas para regar sus pequeños "cachos" de tierras dedicadas
a cultivos para la subsistencia de la familia.
Las antiguas figuras de
Alcaldes de Agua, al que sustituyó el Alcalde Constitucional del Ayuntamiento de Arucas, y de
Secuestrarios, preexistentes desde la regulación del Visitador de la Audiencia Licenciado
Francisco Ruiz de Melgarejo en 1529, otorgaban grandes facultades a los mismos,
y con anterioridad a la reforma que entró en vigor en 1839, tanto Gregorio Domingo Barbosa como Antonio Ponce Ponce habían desempeñado
tales cargos y estaban curtidos en los repartos de las dulas y conocían
perfectamente de lo que acontecía.
Dos hechos importantes van a alterar la vida municipal. El
primero, la Ley de Ayuntamientos de 14 de julio de 1840, de carácter moderado por
la que la Reina se reserva el nombramiento de alcaldes y tenientes de alcalde
en las capitales de provincia, mientras que el Jefe Político asume tales
nombramientos en las poblaciones con más de quinientos habitantes, así como el
control del Ayuntamiento, de donde el signo político determina los cambios en
la municipalidad.
Y el segundo, la asunción de la Jefatura del Estado como
Regente del general Baldomero Espartero el 17 de octubre de 1840, durante la
minoría de edad de Isabel II, fiel a los principios liberales y conforme al
consenso constitucional alcanzado por los partidos se inició en las Cortes el
debate sobre el reglamento que regulará la desamortización de los bienes
vinculados a los Mayorazgos que estaba pendiente desde 1820, terminando meses
después aprobándose por la Ley de 19 de agosto de 1841. Regulaba el expediente
de división y la distribución de los bienes entre los herederos convirtiéndose
así en propietarios individuales de los bienes, lo que venía a permitir su
venta y el acceso a la propiedad de la burguesía.
El debate del reglamento para la liquidación de los mayorazgos tenía una notable importancia para Arucas, en particular y de manera significativa con el Mayorazgo de Pedro Cerón con 564 fanegadas de tierras y unas 232 azadas de aguas muy apetecidas, que al dividirse corresponderían a su sucesor la Condesa de Benazusa y al heredero Marqués de Rianzuela, que tendrían que presentar su expediente de división.
La asunción de la
Regencia por el imponente liberal Espartero, que tuvo el tratamiento de "alteza real" por su
condición, de alguna forma influyó sobre los conservadores hermanos Ponce Ponce
que tomaron la decisión de apartarse del protagonismos político local cuando es
nombrado Gobernador Civil de Canarias Juan de Zárate y Murga. No las tenían
todas consigo y se permitieron un "pequeño
margullo".
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