lunes, 16 de febrero de 2015

2. Los estamentos en el lugar de Arucas

En los primeros tiempos de la historia insular, Gran Canaria fue la única isla con fuero propio dado por los Reyes Católicos el 20 de diciembre de 1494, disponiendo que en el Real de Las Palmas haya seis regidores, un personero, un mayordomo, un escribano de concejo y un alguacil y tres alcaldes ordinarios, que suplían al gobernador, y manda a los regidores se junten en cabildo con la justicia y el personero y el escribano en la casa del concejo. Se estaba creando así el antiguo Cabildo General que conformará el único Ayuntamiento o Concejo, corporación administrativa responsable del gobierno y gestión de los intereses de la isla, órgano supremo  de competencias civiles, dado que no las tenía en el ámbito militar y eclesiástico.
Dibujo antiguo ayuntamiento de Las Palmas
Si entendemos que los regidores que conformaron el concejo que ostentaba el poder civil accedieron a tal condición por derechos concedidos o vendidos por la Corona, representan en sí mismos la nobleza en la isla. Igualmente hay que entender que fueron los mayores interesados en el acceso de sus descendientes a los ámbitos militar y eclesiástico, y en el éxito de sus carreras puede llegar a ostentar la familia los tres poderes que conformaban la sociedad estamental.

El incremento progresivo de la población insular en los siguientes siglos y su asentamiento en lugares como Arucas, comportaría que el Cabildo General  iniciara un proceso de delegación de sus atribuciones, primero a través de los Alcaldes de "salario", a los que se irían sumando otros funcionarios públicos conforme aumentaba el tamaño de la población estante, proceso que irá conformando un "ayuntamiento" (derivado del antiguo ayunto 'junta', y este del latín adiunctus 'junto'), entendido como término para designar a los juntados individuos responsables administrativos del gobierno y gestión de los intereses de los vecinos del territorio donde ejercen sus competencias, que aunque fueran delegadas, al ser ejercidas dentro de un territorio le confiere la importancia de no tener superior en su línea.

La sociedad estamental (Definición ABC.com)
No debe sorprendernos que la propia sociedad estamental exigiera el surgimiento de oligarquías locales, en el bien entendido de sus dos primeras acepciones «Gobierno de pocos» y «Forma de gobierno en la cual el poder supremo es ejercido por un reducido grupo de personas que pertenecen a una misma clase social», dado que extremará la vinculación de los cargos de un ayuntamiento a unas pocas familias que decidirán por el resto de los vecinos del lugar y ser artífices del propio destino de la vecindad.

En Arucas como en muchos pueblos de esta España, la sociedad estamental había vislumbrado el peligro que amenazaba a la posesión de sus bienes históricos, aquellos con los que sus antepasados se habían hecho en siglos, que ellos disfrutaban desde su condición de individuos del clero o de la milicia, unos con buenas congruas dedicados a la vida placentera y otros como patrones o poseedores que administraban los bienes perpetuos, obteniendo de ellos buenos lucros. Se preocuparon de ser los tres vértices de ese triángulo equilátero llamado sociedad estamental que ejercía el poder total.
Escudo armas Cerón  según
profesor. Rumeu de Armas

Poco tiempo después, cuando los liberales volvieron a imponerse al monarca, los miembros de esa sociedad estamental de Arucas y otros pueblos, se prepararon para continuar en la posesión de los bienes, aunque tuvieran que someterse a los mecanismos que contemplaron las leyes de la desamortización de los bienes.

Pedro Cerón y Ponce de León, capitán general de las isla Canaria, fue el fundador del mayor mayorazgo de Arucas, por su tamaño también conocido con el nombre del lugar, pero no dejó descendencia y sus herederos legales tampoco fueron estantes en el lugar. Otros sí, y ya en los primeros tiempos de la historia aruquense, siglo XVI, nos encontramos apellidos como de Armas, de Matos, Ponce, Quintana y Rosales que fundaron mayorazgos y capellanías para proteger indisolubles sus patrimonios. Unos descendientes de los conquistadores Ivonne de Armas, o Francisco y Juan de Matos; otros de María Ponce hija extraconyugal de Pedro Ponce de León, que se casó aquí con el alférez Hernando Domingo Álvarez Godoy; otros también de la línea terorense del conquistador Juan de Quintana afincado en Gáldar; o del mayordomo fundador de la todopoderosa Cofradía de la Veracruz Felipe de Rosales y Troya. Sus descendientes llegaron a vínculos o acuerdos matrimoniales, de los que nacerían muchos canónigos y presbíteros, también con muy buenas congruas, o en las milicias colocados como alcaldes de sueldo, con un denominador común: su pertenencia a la clase privilegiada. Otros hay de las milicias que adquirieron títulos de regidores vitalicios como los de Ayala, Medina o Suárez quienes se instalaron en sus haciendas de las afueras. Como ya se ha dicho en la Introducción, en adelante, prescindiremos en los apellidos de las preposiciones de posesión o localización y de las conjunciones copulativas interpuestas en la antigua usanza para su mejor comprensión.
Casa de planta capellanía menor Pb. Juan Mateo de Castro (Google earth)
Los bienes vinculados a sus mayorazgos y capellanías que unos y otros tanto disfrutaron y administraron, no podían ser rematados por un extraño cuando llegó la desamortización en el siglo XIX, tenían que terminar siendo de su propiedad y para ello tenían que dominar el nuevo escenario. Era un compromiso firmado con su sangre como descendientes de sus primitivos dueños.

Más tarde, la llegada de nuevos apellidos, unos procedentes de otros lugares de la isla atraídos por la fecundidad de la tierra y la bondad de sus aguas; otros, como nuevos arribados con orígenes galos o lusitanos que llevaban de primer apellido el materno; sin olvidar los indianos que volvieron de Cuba con sus talegas llenas para comprar tierras y aguas; todos obligaron a los primeros a ampliar sus vínculos de sangre cuando los segundos acreditaron bienes suficientes que permitieron su acceso a la clase privilegiada, compartir un sillón en el casino o liceo, alquilar una silla en la parroquia, o tener una capilla en el cementerio.
Placa homenaje al pb. Juan Mateo de Castro

El nuevo escenario que se dibujó a partir de la Constitución de 1812 ya hablaba de acabar con los alcaldes funcionarios de la Corona, y hablaba de su elección por el pueblo, de la contribución de todos al sostenimiento de la "felicidad" de la nación, aunque muchos analfabetos e invisibles en la historia no conocían de su existencia o de su significado. Tenían por tanto que prepararse para cuando llegara su momento, estar ahí, conocer de la gobernanza del pueblo, de cómo distribuir los repartos contributivos, cerrar el paso a los extraños que pudieran alterar el "status quo". También tuvieron que adaptarse a los cambiantes sistemas de participación política, ponerse el ropaje o disfraz de las corrientes políticas, y después de los partidos políticos, en todo momento adaptando su color al entorno, como hace el camaleón.

Era importante conservar sus bienes, su clase, la pureza de sangre, su posición de privilegio, en resumen sus estamentos; y en ello se esforzaron durante muchos años, en particular durante los que aquí contamos desde 1833 a 1932, pues en ellos se operaron los cambios que iban a marcar los siglos siguientes, donde ya como fuerzas fácticas necesarias supervisarán de alguna manera el cotidiano vivir en la ciudad y que su historia se escribiera de la forma más placentera a sus intereses.

Para conocer la verdadera dimensión de los bienes vinculados, con casas, tierras y aguas afectados por las leyes de desamortización en la jurisdicción que despertaban muchas ambiciones entre sus propios poseedores, patronos, administradores o censatarios, conozcamos la larga lista de quienes fueron los fundadores de mayorazgos, capellanías y otros vínculos con bienes en Arucas, por orden cronológico de su constitución, sin olvidar el oficio que desempeñaban si lo declaraban:

Jerónimo de Pineda (1543); capitán Hernando Padilla y su mujer Luisa Espino (1562); capitán general Pedro Cerón y Ponce de León y su mujer Sofía de Santa Gadea (1572);

Gregorio Barretos (1647); labrador Domingo López (1648); María Guerra, viuda de Gregorio Álvarez Travieso (1649); licenciado Luis León Afonso (1669); maetro de campo Antonio Trujillo (1671); Juliana Pérez, viuda del capitán Domingo Suárez (1672); capitán Juan González de Niz y su mujer Justa Sánchez de la Trinidad (1674); María Laso de la Vega, viuda del capitán Juan Tejutas Cano (1674); capitán Juan Matos y su mujer María González (1680); bachiller Juan Mateo de Castro (tres, 1680, 1683 y 1688);  SÁNCHEZ beneficiado de Gáldar Francisco Sánchez Tovar y su madre María Sánchez del Rosario (1686); canónigo Juan González Falcón (1693); Blas Ortega Ortiz (1693); Fernando de Armas Troya y su mujer Catalina Álvarez de Godoy (1693); capitán Gaspar Álvarez de Godoy y su mujer Inés González (1697);


licenciado Blas González de Niz (dos, 1702 y 1717); Josefa Castillo Olivares, viuda del maestro de campo Antonio Trujillo Vergara (1704); Luisa Antonia Trujillo Figueroa, viuda del sargento mayor Alonso Olivares del Castillo (dos, 1705 y 1726); licenciado Matías Lorenzo Fernández (1711); bachiller Juan Quintana Rodríguez (1714); presbítero Blas González de Niz (dos, 1716 y 1717); canónigo Manuel Álvarez de Castro (1717); Bartolomé Navarro Ortega (1718); Blanca Moreo del Castillo, viuda del sargento mayor Alonso Muxica Lezcano (1720); Francisco de Niz y su mujer Catalina Rodríguez (1722); Estebana María Perdomo (1725); licenciado Leandro Curbelo (1728);  Ana Vargas Timagada (1734); Beatriz Quintana (1738);Tomasa Miguel González (1738); capitán Gaspar de Ayala Quintana (1742); coronel Francisco Manrique Amoreto (1748); Alonso Jordán (1750); maestro escuela José Álvarez de Castro y Godoy (1753); Ana María Rosales, viuda de Gregorio González Marrero (1753); presbítero Francisco Ponce Navarro (1759); Juan González Travieso y su mujer Ana Suárez Fleitas (1763); canónigo Manuel Massieu Monteverde (1765); Tomasa Henríquez, viuda de Domingo Guerra Travieso (1767); Petronila Cabrera Vargas (1767); presbítero Gregorio Borges del Manzano (1770); presbítero Juan González Zambrano (1770); Tomasa Henríquez, viuda de Domingo Guerra Travieso (1772); presbítero José Antonio González Marrero (1772); canónigo Vicente Antonio de Armas (1777); y Domingo Hernández Naranjo Nieto y el Marqués del Buen Suceso Juan Domingo Hernández Naranjo Monasterios (1788).

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