Dentro de este ambiente
en el que muchos se esconden, resulta elegido alcalde José Antonio Borges del Manzano, posiblemente el único que se
presentó para ser nombrado por el Gobernador. Unos se escondían rechazando el liberalismo del Estado regentado por Espartero, y otros para no verse inmiscuidos en el conflicto permanente que la parroquia ya empezaba a manifestar con los políticos locales, que tenían que cumplir con lo dispuesto en las Leyes de Desamortización para acabar con el Antiguo Régimen de la propiedad, además de perder el párroco su privilegiada posición de estamento. El padre del elegido, Juan Borges del
Manzano emigrado a Cuba, tuvo que regresar a las islas antes de que se
cumplieran los tres años de la muerte de su tío el presbítero Gregorio Borges del Manzano, quien había
testado en 1770, dentro del plazo establecido para tomar la posesión de la
capellanía que fundó con siete fanegas de tierras.
No dudamos que conocería
del infortunio de un hermano de su padre, Gregorio
Borges del Manzano, homónimo del presbítero, quien en su juventud había
sido uno de los que «llevavan la voz del
bullicio» del Motín del 5 de mayo de 1800, convocados al toque de caracolas los vecinos de La Goleta bajaron
para abrir el granero del Marqués del Buen Suceso, siendo condenado por la
Audiencia a «seis años de Presidio en el
de Seuta con aplicación del serbicio de las Armas, y no siendo aptos para ella, en tres Arcenales». Fue un claro motín por la subsistencia de un pueblo que
presenciaba que el grano era vendido al Regimiento, en tiempos de
desabastecimiento por el acoso de las flotas corsas de las Coronas europeas. Años después sería acusado el entonces alcalde constitucional Mateo de Matos Quintana por consentir la "asonada" revolucionaria.
Sí parece, por lo
acontecido durante su mandato, desconocía como se las traían en la política
local de Arucas en estos tiempos, encontrando muchos problemas en el
Ayuntamiento donde fue recibido con uñas y dientes, más aún cuando quien
mandaba la mayoría de los Regidores era el Alcalde 2º, quien sin aparecer en
los papeles estaba allí mandado por algún "gallo
tapado" para que se guardaran sus intereses en las decisiones,
incluidas el cambio de nominación de la plaza de San Juan, a la que quería llamar
"de La Constitución", o la
fijación del cartel de su edicto sobre la demora en el pago de las
contribuciones, así como en el expediente sancionador al portero que fijó el
cartel ordenado por el Alcalde 2º.
De la primera iniciativa
al pretender quitar el nombre del Santo
Patrono del pueblo, supo escapar de las iras del párroco y sus seguidores "conservadores" cuando
adquirió para la parroquia el órgano de la ermita del Espíritu Santo de la
Ciudad, y estrenarlo en las fiestas patronales, además de movilizar a la
compañía de milicias de Arucas, mandada por el teniente Manuel Díaz, para que desfilara acompañando al santo en su
procesión.
La rebelión de los obreros, pintura de J. Castillo Arriola |
El Secretario la mantuvo
siguiendo instrucciones del Alcalde 2º, tomándose el acuerdo de trasladar al
Jefe Político la ausencia del Alcalde 1º y pidiendo se faculte a tal fin al Regidor
de "mayor edad" Antonio González Guerra, quien había
sido Alcalde de agua de la Heredad en
1838 y 1839, nombrado por Antonio J.
Ponce Ponce, quien se encontraba "dándose
un margullo" con Gregorio
Domingo Barbosa desde que Espartero asumió la Regencia, y más cuando se
conocía que el regente mandó fusilar a los generales Manuel Montes de Oca,
Borso de Carminati y Diego de León, por su participación, en el fracasado
pronunciamiento financiado por la madre de Isabel II y ex-regente María
Cristina de Borbón desde su exilio en París, y organizado por el incombustible Antonio
Alcalá Galiano del Partido Moderado y
el militar Ramón María Narváez.
Las secuelas del
fracasado pronunciamiento fueron los resultados de las elecciones municipales a
nivel nacional, las mismas en las que se había elegido a José Antonio Borges Del Manzano, que comportaron una notable
reacción de republicanismo pidiendo la supresión de la Monarquía y la reducción del gasto militar, emergiendo así un
movimiento político más radical que el Partido
Progresista defendiendo una democracia plena bajo un sistema de república federal. Con estos ambientes
políticos, el Jefe Político se abstuvo y no tomó decisiones sobre el acuerdo
que le había trasladado el ayuntamiento de Arucas.
Esta "pinza" política en que gobernaba Espartero,
entre un Partido Moderado -que sacaba provecho electoral de la profunda
bancarrota de la Hacienda del Estado, aún a pesar de que aceleraban las
subastas de los bienes eclesiásticos desamortizados para obtener recursos
económicos- y la aparición a su izquierda de un creciente movimiento
republicano-federal, debilitaba cada día su posición, ya desgastada en apoyos
por no permitir la participación de su propio Partido Progresista en sus
decisiones, y envalentonaba a los "moderados", que ante el fracaso de
la acción militar optaban por la acción civil para recuperar su espacio perdido
y en Arucas comenzaban a salir del "margullo".
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