La sensibilidad que se tenía en estos tiempos con las escuelas públicas convertía
a los maestros en ocasiones en destinatarios de ofensas por parte de algunos
padres cuando consideraban que sus hijos no progresaban en sus conocimientos,
siendo el maestro el culpable del fracaso escolar al que siempre se le intentaba
achacar algún defecto o enfermedad, pregonándolo además a los cuatro vientos. Un
ejemplo de estos casos sucedió con el maestro de la Costa del Bañadero, cuando
en febrero de este año y desde el anonimato se publica un remitido en el periódico
“El Independiente”, en el que se
acusa al maestro de enajenación mental.
Resulta curiosa la liberalidad del periódico, haciéndose eco de una
noticia sin contrastar, pero más aún cuando el remitido fue la fuente utilizada
por el corresponsal del periódico para denunciar tal hecho en edición de días anteriores.
Y el colmo lo alcanza, cuando la réplica del maestro se publica en la pág. 3 de
la misma edición del remitido en la pág. 2, desprendiéndose de la entradilla
del periódico y de la propia réplica que ya había sido difundido por el
corresponsal. Decía así:
«Insertamos á continuación el
siguiente comunicado en contestación á un suelto que salió en uno de nuestros anteriores
números, remitido por nuestro corresponsal en Arúcas; comunicado á que damos
cabida sin género alguno de comentarios, si bien no creemos estén en su lugar
las frases demasiado violentas que emplea, puesto que tan solo se decia que el maestro
tenia completamente abandonada la escuela, reservando al autor del suelto en
cuestión el derecho de contestar lo que crea conveniente, siempre que sea con el
debido comedimiento. He aquí el comunicado:
“Señor Director de EL INDEPENDIENTE.
Costa del Bañadero, Febrero 16 de 1879. Muy Sr. mío de toda mi consideración y
respeto:
He tenido la honra de ver en su
acreditado periódico, núm. 156 correspondiente al 31 del pasado Enero, un comunicado
dirigido por su corresponsal de la Villa de Arúcas, cuyo nombre ignoro, pues no
se firma, en el cual dicho Sr. se sirve calumniarme villanamente, imputándome faltas
como maestro de la escuela pública de la Costa del Bañadero; y aunque solo
merece el referido comunicado el más soberano desprecio; no puedo menos que
hacer presente, con solo el objeto de que llegue á conocimiento de su autor, de
que este ha mentido cobarde y bajamente, al denigrar de la conducta de un
empleado, que cree haber cumplido con la honradez debida en su humilde destino de
maestro.
Por lo tanto, Sr. Director, me tomo
la libertad de suplicarle, dé cabida á estas líneas en su citado y digno periódico,
á cuyo favor le quedará sumamente reconocido este su atento y afectísimo seguro
servidor.
Q. B. S. M. Antonio del Rosario”»
Esta sensibilidad con la escuela pública era un recurrente entonces para
la crítica política, utilizada por aquellos que no estaban en el gobierno municipal
o que estándolo no compartían las actuaciones que se seguían por el alcalde Antonio González González, buscando su
desprestigio hasta el extremo de llegar a confundir al vecino con el falso alegato
de que no se pagaba a los maestros, cuestión que tenía que ser desmentida por
el ayuntamiento con remitidos a todos los periódicos de las islas, pues los de
Gran Canaria que estaban comenzando a estar controlados por los “leoninos” si bien reconocían el celo
municipal, no daban más señas. Así se
hacía eco y ampliaba el periódico conservador “La Unión Lagunera”, de lo difundido que hemos entrecomillado por “La Correspondencia” de Gran Canaria.
«”El Ayuntamiento de Arúcas ha
satisfecho desde principios del corriente mes el importe del trimestre que
vencerá á fines del mismo lo consignado para atenciones de instrucción
primaria. Digno de elogio es el celo de la expresada corporación, que
desearíamos imitasen las demás de la provincia”.
Con mucho gusto ponemos en conocimiento
del colega de Las Palmas, que el Ayuntamiento de esta ciudad, á más de haber
atendido á la reparación y ensanche de algunos de los locales de escuelas, y
proveerlas suficientemente de todos los enseres necesarios, ha puesto al corriente
de sus haberes á los Sres. profesores.
Este proceder honra altamente á la
corporación municipal y nosotros á fuer de imparciales lo consignamos con placer».
En estos tiempos, en el inicio de la llamada Restauración borbónica, las
luchas entre los partidos políticos se trasladan a los periódicos insulares
convertidos en auténticos órganos de difusión de los primeros, auténticos
defensores de la ideología, de los correligionarios del partido, de sus
actuaciones políticas, verdaderos aparatos de propaganda política. En opinión
de los historiadores, se rompen a partir de ahora los moldes tradicionales y
arcaicos de etapas anteriores. Progresivamente se produce un notable incremento
de la actividad periodística, que tendrá su máximo esplendor en 1902 con once
periódicos tan sólo en la ciudad de Las Palmas, actividad que también se hará
notar en Arucas donde se editarán algunos periódicos de corta vida por la
limitación de los suscriptores que sostenían el periódico.
Cuando acaba la mitad del año, un cambio legislativo pondrá fin al
sistema de gobierno “constitucional” de la Heredad
de Aguas de Arucas y Firgas, de especial significación para Arucas, si bien
no comportaría que dejara de existir el control de los políticos cerca de esta
importante institución.
El 13 de junio se aprueba la nueva Ley de Aguas que en su artículo 238
establecía que La Heredad elegiría
entre sus miembros al Presidente y Vicepresidente, norma que supondrá que
adquiera al menos jurídicamente independencia con respecto al ayuntamiento,
dado que deja de ostentar tal cargo el alcalde de Arucas.
A los ayuntamiento se les reconocía en su artículo 3 la facultad de autorizar en sus
terrenos públicos la construcción de cisternas y aljibes para la recogida de
aguas pluviales, con la única obligación de comunicar tal autorización al
gobernador civil, cuestión que puede tener singular importancia estratégica.
La primera Junta de La
Heredad está formada por muchos nombres conocidos: Conde de la Vega Grande, Alfonso Gourié Álvarez-Conde, Domingo Guerra
Marrero, Bruno González Castellano, Ignacio Díaz Suárez, Manuel Sánchez, José
Suárez, Luis Ponce Ponce, Juan Ponce Marrero, Cleto de Matos Afonso, Juan Ponce
Marrero, Manuel del Toro Sánchez y Antonio González González. Es
significativo que resultaron elegidos como Presidente Bruno González Castellanos y Vicepresidente Rafael Ponce Armas, reflejando de alguna forma la sombra del poder
del extinto "partido bombero"
que impulsara el Condado y los Manrique de Lara, dado que el vicepresidente era
administrador de estos últimos. Su primera tarea será redactar sus propias
ordenanzas de funcionamiento, que sacará a información pública de sus herederos
previamente a su aprobación definitiva
en Junta.
Es curiosa la posición
de "heredero" que detenta
el Vicepresidente Rafael Ponce Armas, pues
el 24 de septiembre la Administración Económica de la Provincia de Canarias le
requiere el pago de las azadas 64 y 66 que había rematado, al tiempo que a su
padre Juan Ponce Marrero le requiere
el pago de las tierras rematadas en Valleseco conocidas por Raya Redonda, El
Palmito y Barranco Oscuro.
En la nómina de los
miembros de la Junta ninguno de los influyentes quería estar ausente en esta
primera de La Heredad. El
heredamiento no se limitaba a repartir las dulas de aguas para riego, se había
convertido en un auténtico patrocinador y "pagador"
de obras de notable interés general y otras de interés particular, posición de
privilegio que no se puede perder aunque en estos tiempos, como ya se ha dicho,
los "leoninos" andan algo
desestructurados por sus pugnas internas y la permanente ausencia de la isla
del "gran cacique".
Dos meses después no fue
nada extraño que La Heredad sintonizara
con el Ayuntamiento para resolver la financiación de la obra del mercado
municipal. Se aprobó el 28 de Septiembre conceder un préstamo de 4.000 pesos (15.000
pesetas) al Ayuntamiento para la construcción y terminación de la Plaza del
Mercado, préstamo sin interés en metálico que debería ser reembolsado en cuatro
años.
El interés del préstamo se
estableció "en especies",
dado que el ayuntamiento se comprometió a ceder los locales municipales para la
celebración de reuniones de La Heredad. La propuesta fue realizada y redactada
jurídicamente por el joven abogado aruquense Tomás García Guerra, en ese momento registrador de la propiedad,
quien obtuvo la condición de heredero cuando en 1875 remató la compra de diez
azadas de San Juan. Nacido el 21 de diciembre de 1848, era uno de los jóvenes
en su mayor parte universitarios que arribaron a la actividad republicana en el
Partido Democrático, que evolucionó en su caso al encuentro de los
pseudo-progresistas en el inicio de la Restauración para no quedarse fuera de
la política. Se comentaba que era pariente de Nicolás Salmerón y Alonso, el
breve Presidente del Poder Ejecutivo de la 1ª República en 1873 que renunció un
mes después alegando problemas de conciencia para no firmar unas condenas a
muerte.
El 1º de julio se incorporaron como nuevos concejales electos José Cabrera Barbosa, Salvador Hernández González, Francisco Pérez Marrero, Francisco Ponce Marrero, Juan Medina Marrero, Pedro Quevedo Espino, Juan Andrés Suárez Guerra y Manuel Suárez Rosales, que sustituyeron a los concejales salientes conforme con la ley municipal aprobada el 19 mayo, resultando elegido de nuevo alcalde Antonio González González.
El 1º de julio se incorporaron como nuevos concejales electos José Cabrera Barbosa, Salvador Hernández González, Francisco Pérez Marrero, Francisco Ponce Marrero, Juan Medina Marrero, Pedro Quevedo Espino, Juan Andrés Suárez Guerra y Manuel Suárez Rosales, que sustituyeron a los concejales salientes conforme con la ley municipal aprobada el 19 mayo, resultando elegido de nuevo alcalde Antonio González González.
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