domingo, 5 de abril de 2015

1879 La nueva Ley de Aguas, la presidencia de la Heredad y la construcción de la Plaza del Mercado

La sensibilidad que se tenía en estos tiempos con las escuelas públicas convertía a los maestros en ocasiones en destinatarios de ofensas por parte de algunos padres cuando consideraban que sus hijos no progresaban en sus conocimientos, siendo el maestro el culpable del fracaso escolar al que siempre se le intentaba achacar algún defecto o enfermedad, pregonándolo además a los cuatro vientos. Un ejemplo de estos casos sucedió con el maestro de la Costa del Bañadero, cuando en febrero de este año y desde el anonimato se publica un remitido en el periódico “El Independiente”, en el que se acusa al maestro de enajenación mental.
 
(Fedac)
Resulta curiosa la liberalidad del periódico, haciéndose eco de una noticia sin contrastar, pero más aún cuando el remitido fue la fuente utilizada por el corresponsal del periódico para denunciar tal hecho en edición de días anteriores. Y el colmo lo alcanza, cuando la réplica del maestro se publica en la pág. 3 de la misma edición del remitido en la pág. 2, desprendiéndose de la entradilla del periódico y de la propia réplica que ya había sido difundido por el corresponsal. Decía así:

«Insertamos á continuación el siguiente comunicado en contestación á un suelto que salió en uno de nuestros anteriores números, remitido por nuestro corresponsal en Arúcas; comunicado á que damos cabida sin género alguno de comentarios, si bien no creemos estén en su lugar las frases demasiado violentas que emplea, puesto que tan solo se decia que el maestro tenia completamente abandonada la escuela, reservando al autor del suelto en cuestión el derecho de contestar lo que crea conveniente, siempre que sea con el debido comedimiento. He aquí el comunicado:

“Señor Director de EL INDEPENDIENTE. Costa del Bañadero, Febrero 16 de 1879. Muy Sr. mío de toda mi consideración y respeto:
He tenido la honra de ver en su acreditado periódico, núm. 156 correspondiente al 31 del pasado Enero, un comunicado dirigido por su corresponsal de la Villa de Arúcas, cuyo nombre ignoro, pues no se firma, en el cual dicho Sr. se sirve calumniarme villanamente, imputándome faltas como maestro de la escuela pública de la Costa del Bañadero; y aunque solo merece el referido comunicado el más soberano desprecio; no puedo menos que hacer presente, con solo el objeto de que llegue á conocimiento de su autor, de que este ha mentido cobarde y bajamente, al denigrar de la conducta de un empleado, que cree haber cumplido con la honradez debida en su humilde destino de maestro.
Por lo tanto, Sr. Director, me tomo la libertad de suplicarle, dé cabida á estas líneas en su citado y digno periódico, á cuyo favor le quedará sumamente reconocido este su atento y afectísimo seguro servidor.
Q. B. S. M. Antonio del Rosario”»

Esta sensibilidad con la escuela pública era un recurrente entonces para la crítica política, utilizada por aquellos que no estaban en el gobierno municipal o que estándolo no compartían las actuaciones que se seguían por el alcalde Antonio González González, buscando su desprestigio hasta el extremo de llegar a confundir al vecino con el falso alegato de que no se pagaba a los maestros, cuestión que tenía que ser desmentida por el ayuntamiento con remitidos a todos los periódicos de las islas, pues los de Gran Canaria que estaban comenzando a estar controlados por los “leoninos” si bien reconocían el celo municipal, no daban más señas. Así se hacía eco y ampliaba el periódico conservador “La Unión Lagunera”, de lo difundido que hemos entrecomillado por “La Correspondencia” de Gran Canaria.

«”El Ayuntamiento de Arúcas ha satisfecho desde principios del corriente mes el importe del trimestre que vencerá á fines del mismo lo consignado para atenciones de instrucción primaria. Digno de elogio es el celo de la expresada corporación, que desearíamos imitasen las demás de la provincia”.

Con mucho gusto ponemos en conocimiento del colega de Las Palmas, que el Ayuntamiento de esta ciudad, á más de haber atendido á la reparación y ensanche de algunos de los locales de escuelas, y proveerlas suficientemente de todos los enseres necesarios, ha puesto al corriente de sus haberes á los Sres. profesores.

Este proceder honra altamente á la corporación municipal y nosotros á fuer de imparciales lo consignamos con placer».

En estos tiempos, en el inicio de la llamada Restauración borbónica, las luchas entre los partidos políticos se trasladan a los periódicos insulares convertidos en auténticos órganos de difusión de los primeros, auténticos defensores de la ideología, de los correligionarios del partido, de sus actuaciones políticas, verdaderos aparatos de propaganda política. En opinión de los historiadores, se rompen a partir de ahora los moldes tradicionales y arcaicos de etapas anteriores. Progresivamente se produce un notable incremento de la actividad periodística, que tendrá su máximo esplendor en 1902 con once periódicos tan sólo en la ciudad de Las Palmas, actividad que también se hará notar en Arucas donde se editarán algunos periódicos de corta vida por la limitación de los suscriptores que sostenían el periódico.


Cuando acaba la mitad del año, un cambio legislativo pondrá fin al sistema de gobierno “constitucional” de la Heredad de Aguas de Arucas y Firgas, de especial significación para Arucas, si bien no comportaría que dejara de existir el control de los políticos cerca de esta importante institución.

El 13 de junio se aprueba la nueva Ley de Aguas que en su artículo 238 establecía que La Heredad elegiría entre sus miembros al Presidente y Vicepresidente, norma que supondrá que adquiera al menos jurídicamente independencia con respecto al ayuntamiento, dado que deja de ostentar tal cargo el alcalde de Arucas.

A los ayuntamiento se les reconocía en su artículo 3 la facultad de autorizar en sus terrenos públicos la construcción de cisternas y aljibes para la recogida de aguas pluviales, con la única obligación de comunicar tal autorización al gobernador civil, cuestión que puede tener singular importancia estratégica.

La primera Junta de La Heredad está formada por muchos nombres conocidos: Conde de la Vega Grande, Alfonso Gourié Álvarez-Conde, Domingo Guerra Marrero, Bruno González Castellano, Ignacio Díaz Suárez, Manuel Sánchez, José Suárez, Luis Ponce Ponce, Juan Ponce Marrero, Cleto de Matos Afonso, Juan Ponce Marrero, Manuel del Toro Sánchez y Antonio González González. Es significativo que resultaron elegidos como Presidente Bruno González Castellanos y Vicepresidente Rafael Ponce Armas, reflejando de alguna forma la sombra del poder del extinto "partido bombero" que impulsara el Condado y los Manrique de Lara, dado que el vicepresidente era administrador de estos últimos. Su primera tarea será redactar sus propias ordenanzas de funcionamiento, que sacará a información pública de sus herederos previamente a su  aprobación definitiva en Junta.

Es curiosa la posición de "heredero" que detenta el Vicepresidente Rafael Ponce Armas, pues el 24 de septiembre la Administración Económica de la Provincia de Canarias le requiere el pago de las azadas 64 y 66 que había rematado, al tiempo que a su padre Juan Ponce Marrero le requiere el pago de las tierras rematadas en Valleseco conocidas por Raya Redonda, El Palmito y Barranco Oscuro.

En la nómina de los miembros de la Junta ninguno de los influyentes quería estar ausente en esta primera de La Heredad. El heredamiento no se limitaba a repartir las dulas de aguas para riego, se había convertido en un auténtico patrocinador y "pagador" de obras de notable interés general y otras de interés particular, posición de privilegio que no se puede perder aunque en estos tiempos, como ya se ha dicho, los "leoninos" andan algo desestructurados por sus pugnas internas y la permanente ausencia de la isla del "gran cacique".

Dos meses después no fue nada extraño que La Heredad sintonizara con el Ayuntamiento para resolver la financiación de la obra del mercado municipal. Se aprobó el 28 de Septiembre conceder un préstamo de 4.000 pesos (15.000 pesetas) al Ayuntamiento para la construcción y terminación de la Plaza del Mercado, préstamo sin interés en metálico que debería ser reembolsado en cuatro años.

El interés del préstamo se estableció "en especies", dado que el ayuntamiento se comprometió a ceder los locales municipales para la celebración de reuniones de La Heredad. La propuesta fue realizada y redactada jurídicamente por el joven abogado aruquense Tomás García Guerra, en ese momento registrador de la propiedad, quien obtuvo la condición de heredero cuando en 1875 remató la compra de diez azadas de San Juan. Nacido el 21 de diciembre de 1848, era uno de los jóvenes en su mayor parte universitarios que arribaron a la actividad republicana en el Partido Democrático, que evolucionó en su caso al encuentro de los pseudo-progresistas en el inicio de la Restauración para no quedarse fuera de la política. Se comentaba que era pariente de Nicolás Salmerón y Alonso, el breve Presidente del Poder Ejecutivo de la 1ª República en 1873 que renunció un mes después alegando problemas de conciencia para no firmar unas condenas a muerte.

El 1º de julio se incorporaron como nuevos concejales electos José Cabrera Barbosa, Salvador Hernández González, Francisco Pérez Marrero, Francisco Ponce Marrero, Juan Medina Marrero, Pedro Quevedo Espino, Juan Andrés Suárez Guerra y Manuel Suárez Rosales, que sustituyeron a los concejales salientes conforme con la ley municipal aprobada el 19 mayo, resultando elegido de nuevo alcalde Antonio González González.

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