Con las perspectivas más
favorables inicialmente abiertas a la producción azucarera hacen que el rico
propietario de la burguesía capitalina Alfonso Gourié Álvarez-Conde, instale en
la Fábrica Azucarera de San Pedro un molino movido a vapor comprado en Londres
y cuyo arribo a la isla significó un verdadero acontecimiento. La instalación de
este primer "ingenio" de la "revolución industrial", que
seis años después aumentó su potencia con la adquisición de una caldera de
mayor capacidad, no fue un ejemplo imitado por los restantes molineros con
producciones más reducidas de sus propios cultivos de caña o compradas en las
proximidades.
Llegaban noticias del
desabastecimiento de azúcar en Europa, producido por la reducción de aranceles aprobado
en el año anterior y la apertura del mercado norteamericano para el azúcar
antillano que se desviaba hacia dicho destino, mucho más próximo y con
inferiores costes en fletes, generando situaciones muy complicadas en el
mercado de Londres donde las islas tenían buenas relaciones desde la exportación
de cochinilla. Aunque el mercado peninsular siguiera sujeto a los aranceles
sobre el azúcar de las islas para impedir el contrabando que pudiera producirse
por introducir azúcar cubana, la expectativa de Europa ya no tendría la fuerte
competencia del azúcar antillana, caña en grandes extensiones de cultivo
intensivo que era molida y refinada por empresas allí asentadas propiedad de norteamericanos.
La relativa paz entre
vecinos y pequeños cultivadores de la caña se vio también favorecida por la
necesidad de nuevas plantaciones que abastecieran de materia prima las siete
fábricas azucareras del municipio de aquellos que se desmarcaron de la Azucarera de San Pedro, con la que no
podían competir por el tamaño y sus procesos artesanales.
Pero el cambio de ciclo
agrícola, desde un cultivo como los nopales que no demandaba agua pues prácticamente
se bastaba con la llovida, y si lo era en exceso perjudicaba a la cochinilla,
se debía pasar a otro tipo de cultivo como el de la caña “dulce” o de azúcar,
que demandaba más agua, en mayor medida en verano, y adecuar un sistema de
riegos algo más complejo para distribuirla por toda la plantación.
Este pensamiento debió
pesar sobre aquellos herederos que apostaron por la construcción de la Presa de
Pinto por la Heredad de Aguas. En la junta del 14 de abril donde la comisión
creada en el año anterior presenta su informe, en él se apuesta decididamente
por la construcción de la presa, pero señala que su dimensión económica
requiere que se venda una parte del Cortijo de Valsendero, y además, dos azadas
de aguas de Sobras y el Secuestro de una nueva azada de agua.
La mayoría de los herederos
aceptaron el informe de la comisión, pero algunos rechazaban el Secuestro de la
azada de agua, proponiendo que en su lugar se realizara un dividendo pasivo proporcional
a la participación de cada heredero, lo que suponía el desembolso económico
para cada heredero en la situación nada fácil que en aquella época se vivía. El
informe fue aceptado en su totalidad por la mayoría que estaba a favor, rechazándolo
la minoría y añadiendo que la aprobación del Secuestro necesitaba de unanimidad
haciéndolo constar en acta. La junta de abril decide vender parte del Cortijo
de Valsendero, nombrando una comisión formada por Ricardo Suárez Guerra, Pedro Quevedo Espino y Jerónimo Navarro y sacar a remate las dos azadas de obras. Vendida
la parte del cortijo, las azadas no tuvieron rematadores al hilo establecido, y
como quiera que tampoco se realizó el Secuestro por las dudas legales que
entrañaba el acuerdo, el proyecto de la presa de El Pinto quedó suspendido. Los
intereses particulares se impusieron al interés común.
Arco instalado para el día de la inauguración de la Azucarera (Fedac) |
Pero un mes después el cura
párroco accidental se llevó serios disgustos cuando primero en la noche del 7
de septiembre le apedrearon su casa. Pero el disgusto no quedó ahí, dado que en
la noche del 10 de octubre se llevó un susto de muerte cuando alguien tiró un cartucho
de dinamita en el techo de la casa parroquial, en el lugar bajo el cual tenía
el escritorio el cura coadjutor Teótimo
Darias Padilla, cuya detonación abrió un enorme agujero en el tejado y se
escuchó en todo el pueblo. Según las crónicas Teótimo Darias, natural de La Gomera y "familiar
que había sido del Sr. Obispo Urquinaona", que había sido
nombrado seis años atrás coadjutor, cuando aconteció la muerte del párroco José Antonio Rivero Mireles en 1880, a
los tres días ya ejerció de cura ecónomo sin que se le hubiera nombrado por el obispado que siempre se tomaba su largo
tiempo.
Dicen
las crónicas que estuvo "enemistado
en Arucas con algunas personas á causa de un disgusto que tuvo con Francisco
Esteban Santana, sochantre de esta Parroquia, en que se atentó contra su
vida llegando el encono de los malvados hasta agujerearle la casa, se vió
precisado á hacer su renuncia". El 26 de octubre leyó en el púlpito
una enérgica protesta del Sr. Obispo por lo de la dinamita, para a continuación
solicitar, primero traslado urgente a su tierra en la Diócesis de Tenerife,
para luego seguir hacia Cuba donde murió.
Sorprenden
las distintas informaciones del primer cronista de la villa, cuando en su
crónica histórica que Teótimo Darias Padilla «no tuvo
evidencia de quienes fueron los criminales» que tiraron el cartucho de dinamita, y el
mismo cronista en su cuaderno dice textualmente «enemistado en Arucas con
algunas personas á causa de un disgusto que tuvo con Francisco Esteban Santana,
sochantre de esta Parroquia, en que se atentó contra su vida llegando el encono
de los malvados hasta agujerearle la casa», de donde se infiere que conocía
de los verdaderos autores, pero deliberadamente lo ocultó en crónica.
Igualmente
nuestro primer cronista se equivoca en la fecha del incidente, pues no fue en
la noche del día 10, sino en la noche del martes 21, margen de diferencia de días
que parece inducir a distanciarse de la fecha de algunas decisiones tomadas por
no Teótimo Darias Padilla en esos días.
Por lo que aconteció con el párroco José Antonio Rivero Mireles y después con quien ocupó accidentalmente su cargo Teótimo Darias Padilla, parece que ambos desafinaban con la música, y así tuvieron problemas con las bandas y con los directores del coro, salvo que fueran secuelas de las difíciles relaciones que el primero mantuvo con algunos influyentes políticos locales, en gran parte debidas a su fuerte carácter y a la pérdida del "estamento" o posición social de privilegio, los diezmos y las propiedades parroquiales por la desamortización del Antiguo Régimen de la Propiedad. Aun así, después el Estado asumió su sostenimiento conforme con el Concordato firmado con la Santa Sede y se le reconocieron sus "beneficios", pero ya no eran los grandes recursos económicos de entonces.
Estos distintos ambientes, de
una parte por la buena expectativa que se generó a partir del inicio de la
actividad productiva de la Fábrica Azucarera y los sorprendentes
acontecimientos vividos por el párroco en ejercicio, distraen de alguna manera
al vecindario olvidándose de alguna forma del ayuntamiento donde renovó en su
cargo de alcalde Manuel del Toro Sánchez durante
tres años consecutivos, que dará motivos para denuncias sobre "pucherazos" electorales y
comportamientos caciquiles.
A finales de año la familia Suárez Guerra adquiría la máquina de su Fábrica
Azucarera del Rosario con el propósito de recibirlas en tres meses. No era del
tamaño de la de San Pedro, pero sí lo suficiente para la caña por ellos
cultivada. Tampoco pudo hacer más Ricardo Suárez Guerra apoyando la construcción
de la Presa de Pinto de la Heredad de Aguas, frente a los ocultos intereses de
aquellos que se opusieron de forma frontal para continuar con el negocio de la
venta del agua acumulada en sus estanques.
Apostaron fuerte por el dividendo pasivo, aunque a ellos les suponía en cantidades un mayor desembolso económico, pero sabían anticipadamente que aquellos beneficios de la cochinilla invertidos en doblones de oro, ya se habían gastado para sostenerse ante la fuerte caída del precio de la cochinilla. Su pensamiento cuando se opusieron en la junta estaba en bloquear la construcción de la presa, pues así los únicos que tendrían agua en verano eran los que tenían estanques propios, y si alguien la quería tendría que pagarla al mejor precio.
Apostaron fuerte por el dividendo pasivo, aunque a ellos les suponía en cantidades un mayor desembolso económico, pero sabían anticipadamente que aquellos beneficios de la cochinilla invertidos en doblones de oro, ya se habían gastado para sostenerse ante la fuerte caída del precio de la cochinilla. Su pensamiento cuando se opusieron en la junta estaba en bloquear la construcción de la presa, pues así los únicos que tendrían agua en verano eran los que tenían estanques propios, y si alguien la quería tendría que pagarla al mejor precio.
Textos actualizados por nueva bibliografía (SÁNCHEZ RODRÍGUEZ, J.: Historia de la Parroquia de San Juan Bautista de Arucas 1818-2015, Las Palmas de GC, 2015).
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