El censo de población de
Arucas es de 7.984 vecinos, aproximadamente el diez por ciento de la población
de la isla, después de Las Palmas que tiene 17.661 y Telde con 9.263 vecinos.
Ni la renuncia obligada del
párroco José Antonio Rivero Mireles
por su enfermedad, ni su fallecimiento el 12 de febrero de este año,
cicatrizaron las heridas abiertas veintitrés años atrás entre los que habían
estado a su favor o en su contra con pensamientos políticos poco distantes
entre sí, y todo por si la banda era mía o tuya, espectáculo que abrió más la fractura social y agrandando
aún más las diferencias con el nuevo escenario surgido entre los ideales
conservadores y liberales, monárquicos y republicanos, divisionistas y
regionalistas, los renovados antagonismos que sobrevolaba la verdadera realidad
de la pobreza de los invisibles para la historia, en la que sólo unos pocos
reparaban.
La aparición en las
islas de los periódicos locales como órganos de difusión de las distintas
opciones políticas que ya hemos comentado, favoreció la alineación de la
sociedad burguesa, unos pretendiendo conservar aquello que tanta riqueza les
reportó, otros tratando de impulsar las reformas liberales para cambiar el
escenario; aquellos que defendían con fervor la presencia de un rey como
salvaguarda del Estado, frente a los que creían que era una figura obsoleta que
amparaba las injusticias; los que propugnaban la división provincial para así
obtener mayores cotas de poder político y económico en su esfera insularista, y
los que creían que la fuerza de una región unida y fuerte en un Estado federal
permitiría acabar con el caciquismo y dar visibilidad a la población más
necesitada.
Manuel González Suárez hijo del alcalde Antonio González González, había sido el primer presidente de la sociedad El Bienestar de la Villa de Arucas fundada en el mes de abril de 1871, pero no tenía voluntad de protagonizar el nacimiento de una nueva "dinastía" iniciando la carrera política.
Es difícil entender como Antonio González González, habiendo tomado la decisión de trasladar el centro urbano de la villa, se mantenía en la alcaldía después de las elecciones del año anterior, si bien se debió probablemente a esa desestructuración orgánica que en aquellos tiempos padecían las distintas familias que conformaron a los “leoninos”, y que de alguna forma le otorgó cierto equilibrio con la incorporación de algunos no adscritos a dicho partido.
Manuel González Suárez hijo del alcalde Antonio González González, había sido el primer presidente de la sociedad El Bienestar de la Villa de Arucas fundada en el mes de abril de 1871, pero no tenía voluntad de protagonizar el nacimiento de una nueva "dinastía" iniciando la carrera política.
Es difícil entender como Antonio González González, habiendo tomado la decisión de trasladar el centro urbano de la villa, se mantenía en la alcaldía después de las elecciones del año anterior, si bien se debió probablemente a esa desestructuración orgánica que en aquellos tiempos padecían las distintas familias que conformaron a los “leoninos”, y que de alguna forma le otorgó cierto equilibrio con la incorporación de algunos no adscritos a dicho partido.
Las sesiones plenarias
de estos tiempos, además de la aprobación de las cuentas municipales, trataban
en gran medida de asuntos de puro trámite, desde la aprobación de las quintas y
de los mozos para el ejército, al requerimiento a los que intentaban eludir
dicha responsabilidad, la lectura de las disposiciones y acuerdos, en
particular las del Gobernador Civil y Comisión Provincial, la aprobación de
vecindad a quien la solicitaba, de censos de electores y elegibles, la
rectificación de los impuestos sobre la riqueza, y otros pequeños asuntos
presentados por los vecinos como algún préstamo del Pósito, denuncias
urbanísticas o de actividad.
En este año será
importante la expansión del casco urbano hacia el poniente, al igual que el
crecimiento urbano en la Costa del Bañadero, como efectos de la aprobación del
trazado del 5º Trozo de la Carretera a Agaete, el que une Arucas con la Costa
del Bañadero.
Del crecimiento hacia el
Poniente del casco de Arucas se otorgan licencias de construcción desde el
entorno de la Plaza del Mercado hacia el Camino de El Cerrillo: a Pedro Quevedo
Espino para que construya dos casas unidas en un solar en la calle que acaba de establecerse
por la parte lateral izquierda de la plaza de mercado (actual calle Servando
Blanco); a Juan Ramos Guerra para una casas entre la carretera del norte de la
isla y el camino del Cerrillo (actual calle La Heredad); a José Rodríguez Navarro para una casa de
planta baja en sitio enclavado a la salida de esta población entre la carretera
del Norte de la isla y la calle que acaba de establecerse por la parte lateral
derecha de la plaza del mercado (actual calle Francisco Gourié).
En la Costa del Bañadero
conocemos de la aprobación de la licencia para construir una casa de planta
baja o terrera a Juan Anastasio Henríquez, Juan Rafael Rodríguez, Baldomero González,
Francisco Rosales González, Aniceto González, Eugenio Quevedo Castellano y José Yánez Aguiar; y
para una de dos pisos a Diego Pacheco. Del replanteo de la carretera en la
Costa del Bañadero, el ayuntamiento vendió distintos sitios sobrantes de la vía
pública: a Eugenio Quevedo Castellano, 150 varas cuadradas por 37,50 pesetas,
donde construiría una casa y a Francisco María Rodríguez Rodríguez, 270 varas por
65 pesetas.
En el consolidado casco
urbano las autorizaciones de construcción eran escasas. Encontramos la
concedida a Demetria Hernández Marrero, para una casa de dos pisos en la calle
de la Escuela; a Rafael Ponce Armas para una casa de dos pisos en la plaza de
San Juan, a la que se impone un particular requerimiento estético de «cuidando la comisión de ornato público de
que se practique con el acierto debido el replanteo y señalamiento de la linea
á que haya de sugetarse la fachada del proyectado edificio»; y a Sebastián González
Martin para una casa terrera en la calle del Barranquillo.
Detalle de fotografía (Fedac) |
En marzo el ayuntamiento
tomó el especial acuerdo de «Prestar el más decidido
apoyo a la Exposicion Provincial de agricultura, industria, comercio, artes, ciencias
y literatura que en el año de mil ochocientos ochenta y tres ha de llevarse á
efecto en la ciudad de Las Palmas», aprobando un presupuesto de ciento veinte
y cinco pesetas anual.
Importante es la sesión plenaria
extraordinaria del 8 de abril donde se trata como único punto la regulación
local del más impopular gravamen de la
Restauración, el Impuesto sobre el Consumo que penalizaba a la población, observándose
del acuerdo tomado que algunas medidas tratan de suavizar su impacto fiscal. Por
su curiosidad, conozcamos de algunos detalles de la norma:
- Se regula un techo máximo de 9.000 pesetas anuales para los tratantes de los líquidos jabón y pastas, quedando la venta libre de gravamen para lo que exceda, lo que supone en la práctica una minoración de la carga al establecer un tope recaudatorio.
- Para las carnes, además de recordar la exacción de los derechos de dicha especie, establece la venta libre a partir de la cantidad 2.565,88 pesetas como tope recaudatorio.
- A los comerciantes se les obliga tan sólo a tributar por un solo encabezamiento aunque vendan ultramarinos en general.
- En atención a «que los cereales constituyen el principal alimento de las clases proletarias, se ha estimado equitativo suprimirlos del presupuesto de que se ha hecho mérito, á fin de que sobre ellos no pese gravamen alguno por razón de consumos».
- Otro singular es que «el impuesto sobre la sal no se exija del contribuyente bajo forma alguna, puesto que el Ayuntamiento en su deseo de proporcionar algún alivio al vecindario en el pago de los crecidos y diferentes gravámenes que se hallan establecidos, se compromete á cubrir de sus propios fondos y con cargo á su presupuesto el cupo del indicado impuesto consistente en 5.977,70 pesetas».
Esta singular ordenanza
aprobada para este ejercicio económico nos descubre el pensamiento político del
alcalde Antonio González González que
proponía el reparto más justo de la carga tributaria a la que se obligaba al
ayuntamiento de Arucas por los repartimientos que hacía la Comisión Provincial,
que se contempla inclusive en el literal del acuerdo. Años después cuando se
pierde esta especial perspectiva social, la norma tendrá como única finalidad
la recaudatoria y vendrá a motivar muchos conflictos políticos y sociales.
El 27 de mayo tiene
lugar la importante visita a la villa del Capitán General Valeriano Weyler
Nicolau, nombrado dos años antes a la edad de cuarenta años, de la cual el periódico “El Independiente” dejó una amplia
crónica de notable interés.
«… á las ocho de la mañana, llegó á Arúcas el Capitán
general del Distrito, y aquella villa, sumamente agradecida á los no
acostumbrados beneficios que el Excmo. Sr. D. Valeriano Weyler prodiga á la
Provincia, desde que fue sabedora de esta noticia se apresuró á hacerle honroso
recibimiento, esforzándose en demostrar á tan digna autoridad el vivo
reconocimiento en que hacia S.E. abundan aquellos habitantes.
Las calles que el General había de recorrer se hallaban
enramadas y de las ventanas pendían lujosas colgaduras. En la entrada de la
población se elevaba un sencillo pero elegante arco con dedicatoria á S.E. por
los socios de aquel Casino; otro se hallaba á la entrada de la plaza, en el
que, entre gallardetes banderas, escudos y trofeos se leía una dedicatoria del
Ayuntamiento, apareciendo por último un tercer arco al otro extremo de la
plaza, dedicado como los anteriores á dicha superior Autoridad militar.
Al entrar en la población S.E, se lanzaron al aire multitud
de cohetes, y la banda de música de aficionados de aquella villa le obsequió
con sus tocatas. Un gentío inmenso llenaba las calles, plazas y avenidas,
siendo saludado al pasar por todos los concurrentes. Apeado que se hubo nuestro
joven General, y con la actividad que le caracteriza, se dirigió seguido de los
Jefes y oficiales que desde Las Palmas le habían acompañado á la plaza de San Juan,
donde fué recibido en orden de parada por las cuatro compañías del Batallón de
Guia. Después de ser éstas revistadas se ejercitaron en la instrucción de compañía
y guerrilla, quedando S.E. al parecer satisfecho por el adelanto que en ellas
se notaba desde su última revista de Julio del año próximo pasado. A las diez
concedió una hora de descanso á la tropa, recorrió varias calles de la
población y se dirigió luego á la casa que para descansar se le tenia preparada,
presentándosele á poco de haber entrado una Comisión del Ayuntamiento á
ofrecerle sus respetos.
Los Capitanes de la compañía que dota aquella villa le
obsequiaron con un almuerzo que tuvo á bien aceptar, acompañándole en él su
Ayudante de Campo D. Ricardo Ruiz, el Capitán de E.M.D.M. Agar, el Comandante
de Ingenieros D. Tomás Clavijo, el T.C. Comandante Secretario del G. militar D.
Eduardo Farinós, el T.C. del Batallón de Guia D. Jacinto Luque y los dos ya
referidos Capitanes. Terminado el almuerzo volvió á salir S. E. y se dirigió á
la plaza, donde estuvo presenciando el ejercicio hasta las dos de la tarde, hora
en que pasó á las Casas Consistoriales siendo recibido por el Ayuntamiento en
corporación en la Sala Capitular y obsequiado con un refresco que se dignó
aceptar, pronunciándose durante él algunos brindis y discursos.
A las dos y media salió del edificio Ayuntamiento, y
después de estar paseando cortos momentos por la población dispuso el regreso á
Las Palmas. Los cohetes y la música anunciaron la salida, y desde los balcones
y ventanas el bello sexo de Arúcas arrojaba sobre el carruaje al pasar
abundante lluvia de flores. Iba en el coche con S.E. el Sr. Alcalde D. Antonio
González, y en otros tres le seguían los concejales, Jefes, oficiales y algunas
personas más de aquella localidad, quienes al llegar á Tenoya se despidieron
del Sr. Capitán general, no sin haberles antes hecho sus ofrecimientos con la
delicadeza que le es propia.
Autoridades como el hoy Capitán general de las Canarias son
dignas y acreedoras á que en todas partes se le tributen demostraciones de
respetuosa consideración y gratitud».
Los arcos y demás
adornos que se montaron para la visita se mantuvieron durante las fiestas
patronales de junio dado que se celebraron con mayor esplendor y realce,
estando muy animadas y concurridas.
El 7 de agosto Bruno González Castellano realiza una
importante operación agrandando el tamaño de sus tierras en Las Hoyas cuando compra
a Fernando de La Rocha Fuentecilla, marqués del Buen Suceso, las 79 fanegas de
la Hacienda labradía y "arrifes", con casa de planta alta, establo,
bodega, tres estanques y trece azadas de agua del Heredamiento de Arucas por
800.000 reales.
En este mismo mes, el
alcalde Antonio González González remata el nuevo centro urbano de la villa,
presentando el plano de la reforma y mejoramiento de la plaza de san Sebastián.
Tras la visita del General Weyler en la que participó una aficionada banda de
música, el ayuntamiento consideró conveniente ayudar a la Sociedad Filarmónica
con 50 pesetas mensuales para su sostenimiento y poder disponer de una banda
que prestigiara a la villa como ya ocurriera años atrás.
Hemos de recordar
que en estos tiempos en las sesiones plenarias participaba una Asamblea de
Asociados, formada por quince miembros y eran elegidos por sorteo distribuidos
por distritos según la ley, aunque imaginamos que tal formalidad se haría
exclusivamente entre aquellos que se presentaban voluntarios, dados los
individuos que la integraban. En este año la Asamblea de Asociados estaba
integrada por los siguientes:
1ª Sección, Casco
del pueblo y sus afueras: Pedro Marichal Álvarez, Francisco
Hernández Armas, Bruno González Castellano, Tomás Pérez Ponce y Juan González
González.
2ª Sección, los barrios
de Cerrillo y Goleta: Juan Henríquez González
y José Hernández González.
3ª Sección, los barrios
de Trapiche y Cruz de Pineda: Agustín
Henríquez Guerra y Rafael Marrero Matos.
4ª Sección, los barrios de Costa del
Bañadero y San Andrés: Francisco Marrero
Guerra y Rafael Rosales Marrero.
5ª Sección, los barrios
de Cardonal y Trasmontaña: Domingo Ortiz
Marrero y Domingo Suárez Rodríguez.
6ª Sección, los barrios
de Montaña de Cardones y Santidad: Manuel
Hernández Rodríguez y Tomás Marrero Sánchez.
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