La relativa pacificación
política alcanzada por el gobierno del Estado en la segunda presidencia de
Ramón María Narváez Campos, después de sucesivos cambios, que se reafirmaría
con la neutralización de los movimientos revolucionarios de este año, permitió de
alguna manera que la administración pública se ocupara de sus verdaderas
competencias en materia de infraestructuras, y en particular en inventariar su
situación. En este año el ayuntamiento de Las Palmas, del que dependía el ayuntamiento
de Arucas en aquellas competencias que no eran propias en el estado
centralizado de entonces, emitió instrucciones para que se confeccionara por todos
los ayuntamientos de la isla un Estadillo del Itinerario General de los Caminos
Vecinales de carácter público.
En este primer estadillo
en el término de Arucas se recogen la mayoría de los antiguos caminos reales,
unos como caminos carreteros para la
circulación de carros o carretas, de una anchura mínima entre 3 y 5 metros para
permitir el cruce de dos carretas, y salvo el caso del viejo camino de los ingenios que ascendía por
el Lomo de san Pedro, con rampas que no superasen entre el 12 y 14%, para que
las bestias pudieran superarlas. Otros eran caminos
de herradura, para el paso de animales de carga, algunos con fuertes
pendientes por lo agreste del terreno, y de un ancho entre 2 y 4 metros los
mayores y 1 y 2 metros los secundarios.
Detalle del mapa de Von K v Fritsch de 1860 (J. Tous) |
Los caminos de herradura también solían estar empedrados en las
pendientes y en el llano disponían también de cunetas más rudimentarias pero
menos empedrado. En ambos tipos de caminos se encontraban lugares de descanso,
cercanos a las fuentes naturales, y cuando se cruzaban dos o más siguiendo una
antigua costumbre de los franciscanos se clavaba en el lugar una cruz de madera o piedra.
El ayuntamiento de Arucas
incluyó en el estadillo, la localización de los
distintos caminos, añadiendo algunos no tan antiguos que se habilitaron
como alternativas a otros preexistentes. Todos estos caminos serían
actualizados y calificados por las Diputación Provincial en 1865.
El Camino de la Costa, como parte del viejo Camino de Gáldar, se iniciaba en el barranco de San Andrés donde se
encontraba el fielato por ser la frontera jurisdiccional con Moya, atravesaba
dicho pago, la Costa del Bañadero, Trasmontaña y Montaña de Cardones, hasta el barranco de Tenoya, donde penetraba en la jurisdicción bajo la competencia del
ayuntamiento de San Lorenzo.
El Camino de Firgas, antiguamente llamado Camino de los Ingenios, venía desde la Cruz de los Agustinos en
Firgas y entraba en la jurisdicción de Arucas por la Caldera, lomo de san
Pedro, Goleta, Cerrillo, casco de la villa, La Fuentecilla, caserío de san
Francisco Javier hasta el puente de Tenoya ya en la jurisdicción también de San
Lorenzo. En su inicio estaba el antiguo camino real o Camino de las Arenas, que se adentraba por las medianías en la jurisdicción
de Arucas rodeando la Hoya del Arco por el Llano de las Altabacas y Llano de
los Cobezos para, tras pasar la Fuente del Laurel, llegar a la Cruz de Castilla
donde confluía con el Camino a Teror.
El llamado Camino de Teror salía del casco de Arucas,
por la Zanja en las Vegas, Visvique, los Portales y Fuente del Álamo para llegar
también a la Cruz de Castilla, donde se introducía en la jurisdicción de Teror por
El Palmar. No se incluyó aquí el más antiguo camino que desde la Fuentecilla y
Barretos, por la Santidad, por la falda naciente de la montaña de Riquiánez llegaba
también a la Cruz de Castilla, y que fue quedando desplazado conforme el
humedal de las Vegas de Arucas fue aprovechado para el cultivo.
El último mencionado
enlazaba en la Santidad y en dirección hacia el norte con el Camino de los Guirres, que discurría
sobre el lomo del Albercón, Los Guirres y al llegar a Montaña de Cardones se
unía en el Valle al Camino de la Costa,
si bien aparecía descrito iniciándose en el casco de Arucas.
En la Cruz de Castilla
convergía también el antiguo Camino de La
Fuente del Hierro, que saliendo del pago del Cerrillo, los Callejones y
lomo Jurgón llegaba a la Fuente del Álamo.
Camino Viejo o del Árbol Bonito (Fedac) |
Habían también otra
serie de caminos de herradura, quizás el más antiguo el de Trasmontaña, que
unía el Camino de la Costa con el casco de Arucas a través de Meleros y
Hoya de san Juan, con variantes de antiguos caminos prehispánicos como el de la
Cruz, el de la Fula donde hubo también un fielato o el de las Cuevecillas.
El 7 de febrero se
propuso la construcción de un nuevo camino desde Quintanilla al Trapiche para
salvar el difícil paso invernal en la Costa del Bañadero, y conectando con el
Camino del Trapiche para llegar al antiguo Camino Real a la Ciudad por el
barranco de los Palmitos y el Hinojal.
El tránsito por el barranco de Los Palmitos fue de singular importancia para los aruquenses (fotog. Eliú Pérez) |
El 22 de febrero de 1865 el Boletín Oficial de Canarias
publicó el inventario oficial de los Caminos Reales, clasificándolos según su
importancia y acabado, incluyendo a todos los correspondientes a la
jurisdicción de Arucas con la categoría de “Primera”, que partiendo del pueblo
llama:
·
De Teror, de 1/2 legua
con dirección Sur «Pasa por los portales, en dirección á la Cruz de Castilla ó
Barranquillo del Pino donde enlaza con el que viene de Teror».
·
La Costa, de 3/4 legua
con dirección Noroeste «Llega hasta el Barranco de S. Andrés donde se divide en
tres ramales. Uno que se dirije al Caserío de Montaña Cardones, Otro al Caserío
de Trasmontañas. Otro al del Cardonal».
·
Firgas, de 1/2 legua
con dirección a Poniente «Pasa por los Pagos del Cerrillo y Goleta terminando en
el Alamillo, donde empalma con el que viene de Firgas.
·
Del Trapiche, con
dirección Noroeste «Llega hasta el Caserío del Trapiche».
·
De la Fuente del
Hierro, con dirección de Poniente «Pasa por el pago del Cerrrillo hasta la
fuente del Hierro».
De los tres ramales mencionados en el Camino de La Costa
distingue del de Trasmontaña los caminos alternativos hacia sus destinos de
Montaña Cardones y el Cardonal sin pasar por Cruz de Pineda, a través del viejo
camino de Las Salinas más cerca de la costa.
El ecónomo José Antonio Rivero Mirelles, al que habían ordenado que «se repartiera entre los necesitados, todos los fondos de la Iglesia y de las Hermandades», en el ejercicio provisional del mando de la parroquia había reservado «el producto de la venta de parte de la plata que cubría las andas y dosel procesionales, valioso donativo de Don José Alvarez de Castro» para que se tallara en Málaga una nueva imagen de san Juan Bautista que costó 150 duros, y cuyos gastos de embalaje y portes fueron 33 pesos y seis reales de vellón, para sustituir otra pequeña y bella imagen de san Juan Bautista «con su diadema de plata dorada, vara de cruz, estandarte, libro y corderito de plata sin dorar» con casi dos siglos de antigüedad.
Unos días antes de su
festividad, la nueva imagen fue sacada de su embalaje en el pago de San
Francisco Javier y traída en procesión hasta la parroquia «con acompañamiento de todo el pueblo», exponiéndose a la pública
veneración el «domingo 23 de junio de
1848 por la mañana, antes de la misa mayor», sencillamente porque era de
tamaño mayor y la imagen del pequeño “sanjuanito” «la colocaron en un anejo de la iglesia, siendo más tarde trasladada
al cementerio, para decorar el panteón eclesiástico».
El día 18 del siguiente
mes, mayor religiosidad nos describe con todo detalle la crónica «Varias mujeres de este pueblo salieron al
amanecer en dirección a Las Palmas, para vender almidón. Así que llegaron al
sitio denominado hoy "Camino de las tunerillas", mirando ya a las
Rehoyas, notaron a lo lejos una multitud de mujeres con mantilla y traje de
fiesta, que venían por aquella senda en contraria dirección.
Creyeron al principio que sería el acompañamiento de alguna
boda o bautizo celebrado en Las Palmas. Pero su admiración y extrañeza fueron
mayores cuando, al verlas pasar notaron que venían como presididas por un
sacerdote pequeño, moreno, lleno de carnes, ligero de andar; con manteo y
sombrero de teja; que en alta voz, con acento catalán y recogida la mirada,
venía con ellas rezando el santo rosario. A una de las acompañantes preguntaron
nuestras paisanas quién era el "curita" aquel; a lo que con muchos
aspavientos de admiración y entusiasmo les contestó: "¡Ay, no saben
ustedes la cosa tan buena que hoy les va a llegar a Arucas...! ¡Ha venido de pa
fuera...! ¡Los hombres no pasaron de las Rehoyas, pero nosotras le seguiremos
hasta Arucas. Allí predicará esta noche... Un Santo! ¡Es un santo!».
Se hablaba del cura
Antonio Mª Claret Clará nacido en la villa de Sallent de Llobregat, a quien la Congregación para la Propaganda de la Fe
le había concedido el cargo de “Misionero
Apostólico” y a quien durante la violencia anticlerical que este año hubo
en Aragón, la congregación le pidió que no anduviera por los pueblos y caminos
por su propia seguridad. Cuando su encierro voluntario «fue invitado por un sacerdote aragonés llamado Buenaventura Codina, a
partir con él a las Islas Canarias, donde acaba de ser nombrado obispo. El P.
Claret partió entonces con el nuevo obispo a Canarias, predicando por todas las
islas, y congregando a una gran multitud en torno suyo para escucharle y pedir
consejo de tan sabio sacerdote». Tras pasar unos veinte años en Cuba donde
fue nombrado arzobispo, vuelve a España siendo nombrado confesor de la reina
Isabel II, donde tuvo muchos enemigos y detractores con acusaciones
contradictorias en cuanto a su influencia política y su proximidad a la reina.
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