Este año es cuando quedará terminado el puente que cruza el barranco de Arucas o Jiménez, realizado conociendo el proyecto de trazado estudiado por el ingeniero Juan de León y Castillo por donde habrá de pasar la carretera que viene construyéndose. Sería uno de los éxitos que se apuntaría el Partido Nuevo en ciernes, cuando cuatro años antes Germán Mujica Aguilar, sabiendo de las dificultades en tiempos de lluvia de salvar el vado que en el todavía rudimentario camino de Las Palmas había para cruzar el barranco, propuso al alcalde Juan Ponce Marrero, "mandamás" del Partido, construir un puente para habilitar el paso de carros.
Como en esa época el Alcalde Constitucional ostentaba también la Presidencia de la Heredad, convocó una Junta en la que Germán Mujica, con algunos conocimientos de ingeniería como demostró en el seguimiento de la construcción del Albercón de la Heredad en el Lomo de Tomás de León, expuso su idea y se tomó el acuerdo de trasladarlo al Ayuntamiento, aportando la Heredad 1.450 pesos, aproximadamente el setenta y cuatro por ciento de su coste, hito inaugural que también pretendió protagonizar el ahora alcalde Luis Ponce Ponce y su Partido Viejo.
No dejará de tener
importancia notable para la villa de Arucas el contacto con el pensamiento
ilustrado y el eclecticismo, que conformará las señas de identidad de su
arquitectura doméstica cuando a final de siglo se produce la gran renovación de
las fachadas, bien durante la alineación de sus calles y la fuerte influencia
que ejerce sobre el resto del entramado urbano, como claro mimetismo,
apareciendo afrancesados detalles arquitectónicos como lo son las ventanas “de
guillotina”, los antepechos de hierro en sus balcones y los balaustres en sus
cornisas, conjugados con el eclecticismo con que se labra la rica
piedra azul de Arucas.
Detalle de fotografía (Fedac) |
El siglo XIX ha sido escasamente estudiado en las islas,
posiblemente por la proximidad cronológica de la gran mayoría de los
historiadores nacidos en el siglo XX. Algunos sí han profundizado en su
análisis político, más centrado en el tiempo de la Restauración monárquica,
llegando a acertadas conclusiones sobre el comportamiento de la sociedad de
entonces y sus exógenas influencias.
«El escaso desarrollo material, la carencia de centros
urbanos poderosos —Las Palmas, según el
Censo de 1860, tenía sólo 14.233 habitantes—, el alejamiento del resto del país
y otros factores, contribuían a mantener la pervivencia de una estructura
neo-señorial de producción. La burguesía comercial, desarrollada a partir del
Decreto puertofranquista de 1852, apenas contaba con suficiente peso específico
como para desempeñar un papel de segundo orden; sujeta además, en razón de su
misma dependencia económica de los grandes propietarios, a las directrices de
la clase dominante».
«Comerciantes, profesionales, bajo clero y pequeños y
medianos propietarios urbanos —los cuadros del ejército y los empleados
públicos eran, en un elevado porcentaje, de origen peninsular y con escasas
raíces en las islas—, apenas llegaron a significar un cinco por ciento del
total de la población [40.950 jornaleros del campo y 5.705 artesanos frente a
1.237 comerciantes y 386 profesionales, como datos más significativos a nivel
provincial, según el "Diccionario" de Olive], porcentaje que debemos
relacionar con el de analfabetos que, según el censo de 1860 recogido para
Canarias por Olive, era de casi un 87 por 100».
«La situación geográfica de Canarias y el tráfico comercial
con Europa, acelerado durante el "boom" de la cochinilla,
contribuyeron a traer a las islas las corrientes culturales del momento. (…) La
influencia francesa —recordemos que Marsella fue un importante puerto
importador de la cochinilla producida en las islas— parece estar muy clara.
Amplios sectores de profesionales isleños debieron conocer el francés y, a
través de dicha lengua, tomar contacto con el pensamiento ilustrado y
posteriormente con el eclecticismo».
No hay comentarios:
Publicar un comentario