No importó que la
Iglesia hubiera tomado la decisión de excomulgar tanto a los expropiadores como
a los compradores de sus tierras y aguas. Algunos para salvar su alma
utilizaron un intermediario y esperaron unos años para ponerlas a su nombre. Lo
importante era acceder a la apetecida propiedad de tierras y aguas, que además
se pagaban durante 19 años.
Desde el inicio del año
prosperaba la invitación del alcalde Bruno González Castellano y algunos
vecinos se sumaban donando farolas de belmontina para el alumbrado público de
la villa, en los lugares de mayor tránsito de personas en las horas nocturnas. «La villa de Arucas quo hace ya tiempo tiene
iniciado el proyecto de alumbrado público, y algunas cantidades depositadas con
el mismo objeto, sin ver nunca un resultado en armonía con sus deseos; ha
tenido la satisfacción de ver realizado en la noche del 18 de enero último el
principio de tan anhelada mejora, D. Sebastián Pérez Rios, lleno de generosidad
y patriotismo, ha regalado 0un hermoso farol á la referida villa; y si todos
los que se hallan en circunstancias análogas á las del Sr. Pérez, imitaran su
desinteresada conducta, y la autoridad municipal activara el proyecto, estimulando
al mismo tiempo las buenas disposiciones de aquellos vecinos, creemos que muy
pronto disfrutaría la villa de Arúcas del beneficio del alumbrado».
Este año se hace
necesario un nuevo consenso de los políticos locales, cuando el contratista de
la obra de la carretera Antonio Matos
Moreno había apurado la ejecución de los trabajos del Tercer Trozo, pero el
Cuarto Trozo que arrancaba en el puente de Tenoya no se había iniciado porque
se le habían agotado sus recursos al contratista, y el Tesoro Público que
además de vivir una enorme quiebra financiera, demoraba los pagos librando por
obra ejecutada.
Esta situación del contratista, así
como su privilegiada posición familiar y política era conocida por los
políticos locales con mucho interés en la terminación de la carretera,
trasladaba cierta solvencia a la prefinanciación de la obra, al estar aprobada
por el Estado. Antonio Matos Moreno no
es un contratista cualquiera, era un
seguro candidato a Diputado a Cortes en las próximas elecciones, hijo de Pedro
Matos Matos y de Mª Carmen Moreno Benítez de Lugo, su padre poseedor y heredero
del Mayorazgo del Capitán Juan M. Matos Rodríguez Castrillo, el segundo mayor
de la isla por el volumen patrimonial, cuyo hermano Domingo Matos Rodríguez Castrillo se estableció en Arucas a
principios del siglo XVIII al casarse con Ana
Ortega Talavera, hija del capitán y alcalde de Arucas Blas Ortega Ortiz (1700). Domingo y Ana son por tanto abuelos del
capitán y alcalde Ignacio Matos Ponce
(1770), padre de los alcaldes Mateo e Ignacio Matos Quintana (1800 y 1808).
Sin presuponer en esas fechas de su
prometedor futuro pues se casará con Dolores Massieu Falcón, matrimonio del que
nacerá en 1878 el ministro Leopoldo Matos Massieu, ni tampoco con los bienes
del Mayorazgo que se dividirá en 1879, aunque la mitad corresponda a su hermano
José Matos Moreno, la otra gran mitad es de su padre el Comandante General
Pedro Matos, quien puede avalar la operación. Con estas grandes referencias,
nadie se puede negar.
Por la vital importancia de la
carretera para la Villa, el contratista solicitó un préstamo de 12.000 pesos
con interés a la Heredad de Aguas para poder continuar las obras. La junta de
la misma en su sesión de 6 de mayo determinó que La Heredad no podía financiar
a terceros, y a título particular asumieron la responsabilidad un nutrido grupo
de herederos integrado por Luis Ponce
Ponce, Francisco González Rodríguez, Alfonso Gourié Álvarez, el Conde de la
Vega Grande, Rafael Ponce Armas, Manuel Sánchez, Juan Ponce Marrero, Rafael
Massieu, Domingo Barbosa Pérez, Juan de Dios Martín, Juan Bautista Castellano,
José Andrés Castellano, Juan Esteban García, Antonio González González, Manuel
del Toro Sánchez, Justo Hernández, Manuel Rodríguez, Rafael Suárez González y
Manuel Pérez Hernández, quienes en su
condición de herederos sí gestionaron para sí el préstamo de la Heredad. Se
comprometieron además a que los intereses del préstamo serían destinados a una
obra pública en Arucas. Aquí se tuvieron
que mojar todos, los del Partido Viejo y los del Partido Nuevo.
El puente de Tenoya, una de las causas de la ruina del contratista (lospasosquedejamosatrás.blogspot-com) |
Así es como, «Para suplir esta falta momentánea de
capital, don Luis Ponce Ponce, vecino de Arucas, le presta unos 180,000 r.v.
(18.000 escudos) para acelerar los trabajos y permitir la llegada a Arucas de
toda clase de carruajes. El préstamo se formaliza el 5 de enero de 1867 bajo
las condiciones siguientes:
1. La explanación se haría hasta el puente que está a la
entrada de Arucas para que puedan llegar los carruajes sin peligro.
2. Los trabajos finalizarían en el plazo de 2 años y, en caso
contrario, devolvería el dinero.
3. Don Antonio Matos podía tomar el dinero cuando quisiera
pagando por él un interés anual del 6%. La amortización se haría a los 6 años
salvo si no se cumplía la condición».
Tiempo después, el aval
del padre Pedro Matos Matos permitirá que los que prestaron al contratista Antonio Matos Moreno dado que incumplió
los plazos al demorarse mucho más los pagos del Tesoro Público.
El 16 de agosto de 1866 en
la ciudad belga de Ostende se firmó un pacto entre los Demócratas de Francisco Pi y Margall y Emilio Castelar y
Ripoll, y, los Progresistas del General Juan Prim y Prats, con el planteamiento
de "destruir todo lo existente en las altas esferas del Poder" en
España, nombrándose un Gobierno
provisional para elegir mediante sufragio universal directo y masculino una
Asamblea constituyente, la cual decidiría la suerte del país y la forma de su
Gobierno. El llamado Pacto de Ostende
dejó evidencias de las profundas diferencias ideológicas y de definición del
estado entre Demócratas y Progresistas, sólo superadas cuando el 30 de junio
del año 1867 se suscribió el Pacto de Bruselas al sumarse la Unión Liberal de
Francisco Serrano y Domínguez, cuando se vuelve anti-isabelina.
Los objetivos fundamentales del pacto son la caída de los
Borbones y destitución de la Reina Isabel II, plebiscito por unas Cortes
Constituyentes por sufragio universal, libertad de imprentas, derecho de
reunión, y reconocimiento del General Prim como jefe y director militar del
movimiento.
Esta fiesta que algunos celebraban en Arucas, así como las
muchas adjudicaciones que de bienes desamortizados en toda España, no aportaron
capital suficiente al Estado, quizás por el imprevisto de la Guerra de África,
que se agudizó la crisis financiera y quiebra del Estado, que unida a las malas
cosechas de esos años, motivaron el total desabastecimiento de granos y
alimentos, generando una enorme crisis de subsistencia en los años 1867 y 1868,
de la que salvaron los hombres de negocios y los políticos, padeciendo sus
graves consecuencias las clases populares, sin olvidar la muerte de O ́Donnell
el 4 de noviembre de 1867 y la muerte de Narváez el 23 de abril de 1868.
No se hizo esperar un nuevo pronunciamiento militar y en la
segunda quincena de septiembre de 1868 se inició en Cádiz con la sublevación de
la flota que mandaba almirante "unionista" Juan Bautista Topete, al
que se unió el general Prim, quien venía de su exilio en Londres, y los
progresistas Práxedes Mateo Sagasta y Manuel Ruiz Zorrilla. Después se le
unirían los generales "unionistas" desterrados en Canarias
encabezados por el general Francisco Serrano. Hicieron famoso un ambiguo
manifiesto político con el lema ¡Viva España con honra!. Este pronunciamiento
pasó a la historia como la Revolución de 1868 que fue llamada La Gloriosa, que destronó a la
reina Isabel II para comenzar el Sexenio Democrático, en un intento de
establecer un régimen político democrático.
El nuevo gobierno saldría del acuerdo del Partido
Progresista liderado por el general Prim y la Unión Liberal del también general
Serrano que presidiría el Gobierno Provisional, no incorporándose el Partido
Demócrata, nacido a partir de los más izquierdistas del Partido Progresista, y
que más tarde daría lugar al Partido Republicano Federal. Los tres partidos en
el exilio (demócratas, demócratas-republicanos y progresistas) suscribieron el Pacto
de Bruselas el 30 de junio de 1867, al que más tarde se unieron algunos
unionistas defenestrados por Narváez, pero la permanente y mayor diferencia
estaba en el modelo de estado: monarquía o república. Se comprometieron a
redactar una nueva constitución y a convocar nuevas elecciones municipales.
La decisión más inmediata del nuevo Gobierno Provisional
fue la disolución de las Juntas Provinciales, si bien continuaron de forma clandestina
y muchos de sus miembros se integraron en los nuevos ayuntamientos y
diputaciones, nombrados por ellas y revalidados por un decreto del gobierno, si
bien se mantenía el compromiso de celebrar elecciones municipales
inmediatamente.
Gobierno Provisional de "La Gloriosa" |
El periódico El Ómnibus del 17 de octubre publica un extenso artículo dedicado a describir las acciones para la erradicación de la miseria de los pueblos, centrando gran parte de su comentario en la villa de Arucas, del que extraemos diferentes párrafos que nos dibujan la realidad de la villa en aquellos tiempos de máxima ocupación de mano de obra en la recolección de la cochinilla, con una fuerte oferta de labores bajo la condición de colonos, con lo que comportaba de precariedad y esfuerzo, la crudeza de la implicación de los hijos menores en las tareas y las limitaciones en cuanto a la libre disposición de los terrenos por las fórmulas de reparto de las cosechas a la parte, que el autor del artículo parece desconocer.
«Penetrados nosotros de la importancia de la solución del
problema sobre la mitigación de los males de la miseria, aun cuando no sea su
completa estirpacion, nos complacemos al ver que en uno de los pueblos de esta
isla ha desaparecido completamente la mendicidad, por efecto de la continua
ocupación y constante trabajo de sus habitantes. Hace algún tiempo que se nos
había hablado de la prosperidad naciente de la Villa de Arúcas, debida á las
grandes dimensiones que iba tomando el cultivo de la cochinilla, y, en efecto,
enajenados los fértiles terrenos del mayorazgo que poseyera la casa de
Benasusa, fueron desde luego divididos, pasando varios trazos al dominio
particular de algunos vecinos de aquella Villa. Este hecho debió haber sido
fecundo en felices resultados; pues pasando los simples colonos á la clase de propietarios,
pudieron, con la seguridad que presta el dominio, variar el cultivo, adoptando
otro de mucho mayor lucro; pero para el cual se necesitaba hacer grandes
gastos.
No es esto decir, que la condición de los arrendatarios de
los terrenos del mayorazgo de Arúcas fuera la semejante a la de los infelices
cultivadores de las tierras de Irlanda. Nó; en Arúcas no había esos
subarriendos, debidos á la vil especulación de los grandes arrendatarios. Allí
los terrenos no eran tomados de manos intermediarias, que exigieran un lucro al
hacer el traspaso del derecho concedido por los propietarios; por fortuna en
estas islas han sido pocos los casos de especulación tan denigrante como
contraria á los intereses de la Agricultura y causativa de la miseria, de esa infelicidad,
de ese malestar, que, con tan vivos colores, nos ha pintado la elocuencia de
O'Connell,
Empero, por cómodos y lucrativos que fueran esos
arrendamientos de los cercados del mayorazgo de Arúcas, siempre deberá
considerarse como un progreso, según loa principios de la Economía social, la
convercion de los meros colonos en propietarios y verdaderos dueños de las
fincas.
Y sin embargo de lo que se nos decía sobre la progresiva
marcha de la Villa de Arúcas en intereses materiales, nunca pudimos comprender
el grande incremento que tomará su riqueza, sino después de haber visto la
dilatada extensión del cultivo de nopales. Allí hay verdaderamente una vida
activa, un trabajo continuo: el anciano, el joven y también el niño tienen
señaladas sus tareas. Al ver á los pequeños ocupados en la recolección de la
cochinilla, recordamos lo que tantas veces hemos leído sobre la triste
condición de muchos niños que, apenas tocando á los primeros años do la
juventud, se hallan dedicados á fuertes trabajos, muy impropios de su edad en
varias ciudades de Francia é Inglaterra. Unos y otros son jornaleros; y sin
embargo ¡cuan diferente es la condición de los niños dedicados á la recolección
de cochinilla en la Villa de Arúcas, y la de los infelices jóvenes de ambos
sexos que trabajan en los grandes establecimientos fabriles de Manchester,
Liverpool, Edimburgo, Ruan, etc.
Si aun se quiere una prueba más del floreciente estado en
que se encuentra la Villa de Arúcas, facilmente la encontramos en la demanda de
brazos trabajadores, por no ser bastante la oferta de aquellos habitantes. Las
necesidades del cultivo crecen cada día; familias enteras avecindadas en otros
pueblos, abandonan sus hogares para establecer nuevo domicilio en la Villa de
Arúcas.
La multiplicidad de las construcciones de casas es también
una prueba palpitante de la verdad de nuestro aserto no es sólo en el núcleo de
la población donde esto se observa; extiéndense las nuevas obras en una gran
superficie, desde lo arruado del pueblo hasta la costa del Bañadero. Allí,
próximamente á la hacienda de Agumastel, donde en un tiempo, no muy remoto,
había únicamente algunas casas y unas cuantas chozas, se vé ahora un ameno
pago, con edificios de regular y aun hermoso aspecto.
Todos, todos estos beneficios se deben á las leyes
desvinculadoras y al nuevo cultivo establecido en estas islas. Pero como los
bienes materiales no se presentan solos, sino que tienen puntos de contacto y
traen en pos de sí algunos males; de aquí el que no sea todo felicidad y
bienestar en la Villa de Arúcas y en su inmediata campiña, á causa, tal vez, de
ese mismo cultivo, que tanto metálico le proporciona. De este mal y de su
remedio nos ocuparemos en otro número de este periódico».
Este cierre final a que
hace referencia el autor, no es otro que la acumulación de pencas de tuneras en
los cauces de los barrancos, y la teoría de que su putrefacción es contaminante
para las aguas y el aire, generando focos de infecciosas enfermedades a las
personas.
Para acabar el año, el 20 de diciembre se escrituraba el remate de las tierras del Lomo, una fanega que correspondía a la Cofradía del Santísimo de la parroquia, la cual fue adjudicada a Dionisio Henríquez Rodríguez por 128.200 reales de vellón.
Para acabar el año, el 20 de diciembre se escrituraba el remate de las tierras del Lomo, una fanega que correspondía a la Cofradía del Santísimo de la parroquia, la cual fue adjudicada a Dionisio Henríquez Rodríguez por 128.200 reales de vellón.
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