Al iniciarse este año, aun
cuando continuaba al frente del ayuntamiento el alcalde Antonio José Ponce Ponce, el último año de la primera mitad del siglo
XIX en Arucas no fue un año cualquiera por distintas noticias. La más
importante es que en el quinquenio que cierra, las islas ya despuntaban en la exportación
de la grana cochinilla, alcanzando 1.506.086 libras frente a los 3.376.000 de
Oaxaca (México), el único e histórico
recolector y exportador desde un siglo atrás, y tan sólo a veinte años desde su
introducción en las islas le había nacido un serio y fuerte competidor y más
cercano a Europa.
Detalle de fotografía (Fedac) |
La producción que era
exportada en su gran mayoría al puerto de Marsella, desbordaba todas las
expectativas. Los sacos conteniendo las distintas modalidades de la grana, bien
fueran negras, grises, plateadas y madres, salían de los distintos secaderos en
carretas con destino al muelle de Las Palmas. La abolición de las leyes
proteccionistas en Inglaterra, el libre-cambio inglés, vino a favorecer la
exportación de la cochinilla canaria libre de gravámenes con destino a Londres
e influiría para emular la norma en origen con la pronta implantación del
Régimen de Puertos Francos o Franquicias canarias.
Detalle (Fedac) |
También este año
terminaba de fabricarse por John Moore
& Sons en Clerkenwell (Londres), el reloj que iba a colocarse en la torre
que La Heredad había construido en el
ángulo Sur de la fachada de Poniente de la iglesia parroquial y que desde su
terminación el 8 de mayo de 1847 esperaba su llegada. Aunque no funcionó hasta el
2 de junio de 1850, la terminación del reloj consolidaba la esperanza de que
por fin las horas de las azadas de aguas fueran equitativas y acabaran con los
abusos de los aguatenientes que se opusieron a su construcción.
No hemos de despreciar
la importancia que tuvo un nuevo material en la construcción de la red de
acequias de La Heredad, que
permitiría tanto su mayor impermeabilización y facilitaría la reducción de las
mermas en tantas tornas, quebraderos y cantoneras donde las filtraciones
alimentaban muchas pozas que cultivaban clandestinamente berros.
En todo caso la
clandestinidad en los escapes y rebosos de las cantoneras y tornas era hasta
este tiempo permitida como parte de la retribución de los profesionales nombrados
por La Heredad según nos cuenta la
crónica «Debe saberse que, hasta poco más
o menos el año 1850, los sueldos de los acequieros se pagaban en especie, (¡el
numerario, en tales tiempos en Arucas, debió de ser cosa rara!) y así, la Junta
de 26 de Enero de 1834 determina como sueldo o haber de los acequieros i15
fanegas de millo al año! Pagadero por los herederos y dueños de predios, con
relación a las aguas que cuidaban o hacían para tales predios. Por lo visto
estos proletarios no tenían más necesidad que la del “gofito” (¿cómo se las
arreglarían, por ejemplo, para comprarse las “naguetas”? Pues, no de otra
manera que vendiendo para ello y demás necesidades, parte del millo)».
Cantonera (Eliú Pérez) |
La denominación “Tierra de Francia” se debe a la
nacionalidad de quien es considerado el padre del cemento con el sistema de
fabricación que se sigue empleando en la actualidad, el investigador francés
Louis Joseph Vicat. En sus publicaciones de 1818 (Recherches experimentales) y
1828 (Mortiers et ciments calcaires), proponía y refería su fabricación por
medio de mezclas de calizas y arcillas en las proporciones convenientes y conjuntamente
molidas. Fue conocido como el sistema de fabricación de vía húmeda, si bien el prototipo
del cemento moderno fue producido a escala industrial por Isaac Johnson, cuando
en 1845 logró conseguir temperaturas altas suficientes para clinkerizar la
mezcla de arcilla y caliza empleadas como materia prima. Nueve años después Vicat
estudió la acción destructiva del agua de mar sobre el mortero y el hormigón de
especial interés para las islas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario